Argentina: Crece la tendencia de los microtúneles para optimizar los cultivos

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Argentina se destaca a nivel mundial por la producción de frutas y hortalizas, que constituyen un 3% de las exportaciones totales.

Tiene importantes centros de producción en los valles patagónicos, dedicados a la manzana y la pera, y en la región Noroeste productora de azúcar, cítricos, frutillas y tabaco, entre otros.

Así, la Argentina se convirtió en uno de los grandes países frutícolas del mundo, siendo el primer productor del hemisferio sur en frutas de pepita, de carozo y cítricos.

Actualmente exporta a todo el mundo más de 20 tipos de frutas y sus subproductos. El mayor crecimiento exportador se dio en los últimos 20 años: se cuadruplicó el volumen y se sextuplicó el valor exportado.

Pero este crecimiento exponencial también trae algunos problemas para los trabajadores. En la zona de Villa San Luis, Florencio Varela –Buenos Aires–, Manuel Cordeiro se dedica a la producción de cultivos frutihortícolas.

Allí, producir una hectárea de frutilla –por ejemplo– le implica realizar hasta 16.600 operaciones en cuclillas, una postura que se mantiene durante más de dos horas, y debe desplazarse por un terreno irregular, entre surcos, por más de ocho kilómetros.

‘Esas posiciones de trabajo, evaluadas durante el momento de apertura y cierre de los túneles tradicionales, son los factores de riesgo más destacados de enfermedades musculares y óseas’, explicó Sergio Justianovich, especialista en diseño industrial del Instituto de Investigación para la Pequeña Agricultura Familiar, región Pampeana del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria.

Con el objetivo de disminuir el tiempo y mejorar las condiciones de trabajo de los agricultores, un equipo de investigadores del INTA junto con el Comité Argentino de Plásticos para la Producción Agropecuaria (Cappa) evalúa la incorporación de microtúneles, como un sistema de cobertura alternativo para cultivos de bajo porte.

El nuevo sistema de cobertura diseñado por Lorena Wosniak y Miguel Pagliaro (de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad Nacional de La Plata) y técnicos del IPAF del INTA en la región Pampeana, mejora las condiciones de trabajo en los predios frutihortícolas, utiliza menos plástico (lo que implica un menor impacto ambiental) y ahorra tiempos en el lugar de cultivo.

‘El diseño es bueno para el ambiente, requiere menos tiempo de trabajo para el productor y reduce el esfuerzo físico’, señaló Justianovich y agregó: ‘Es una alternativa válida y sustentable para que el trabajo manual rinda más y en menos tiempo’.

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