A bordo de un avión de la Fuerza Aérea, especialistas calcularon cuánto falta para que la masa se desprenda. La superficie equivale a 30 veces la Capital Federal
Un grupo de científicos sobrevoló uno de los fenómenos naturales que movilizan al mundo. En el marco de la campaña antártica de verano 2016/2017, una misión del Instituto Antártico Argentino (IAA) visitó la Barrera de Hielo Larsen C, una gigante masa de hielo de 5.900 kilómetros cuadrados que en los últimos meses aceleró repentinamente su fractura del gélido continente.
El reconocimiento aéreo permitió detectar que restan tan solo unos 20 kilómetros de grieta para que la superficie se desprenda totalmente hacia el mar. La porción geográfica en cuestión tiene tamaños monumentales: la IAA comparó el tamaño a 30 veces el territorio de la ciudad de Buenos Aires.
El desprendimiento de enormes masas de hielo preocupan al mundo científico ya que este tipo de eventos alteran el balance entre el agua contenida en el hielo continental de la Antártida y el océano circundante. Los estudios buscan determinar las causas y la evolución ante la posibilidad de que pueda estar vinculado al cambio climático global, aunque aún no hay conclusiones.
Según Eric Rignot, glaciólogo del Laboratorio de Propulsión Jet de la NASA, el colapso de Larsen C sólo agregaría una pequeña cantidad de agua al nivel de los océanos. Aún así, lo que preocupa a los científicos es que la fractura afecte a los glaciares que están detrás de las barreras de hielo, ya que estas les sirven de sostén a esas formaciones. Por lo tanto, un quiebre de la masa podría desestabilizar el sistema de los glaciares y producir un eventual derretimiento de estos y, bajo las condiciones de deshielo, sí pueden subir el nivel de los mares.
El vuelo en torno a la grieta, que está ubicada en la región oriental de la Península Antártica, a unos 500 km de la Base Marambio, fue realizado en el marco de las actividades de apoyo logístico a la actividad científica que desarrolla la Fuerza Aérea a través de la Dirección de Asuntos Antárticos.
La comitiva integrada por el el jefe del Departamento de Glaciología del IAA, Sebastián Marinsek, y el licenciado Carlos Bunge, de la DNA, se trasladó en un avión bimotor DHC-6 Twin Otter matrícula T-87, de la Escuadrilla Antártica de Vuelo Águila, apostado en la Base Marambio y perteneciente a la IX Brigada Aérea de Comodoro Rivadavia.
La operación requirió de la participación de múltiples organismos, entre ellos, del Centro Meteorólogico Marambio. La distancia a recorrer era superior a 1.000 kilómetros de ida y vuelta, lo que demandó la instalación de un tanque auxiliar interno de combustible para que el trayecto se efectúe de manera autónoma sin escalas de reaprovisionamiento para realizar el relevamiento fotográfico sin inconvenientes.
El sobrevuelo, que duró más de cinco horas y atravesó el Círculo Polar Antártico, formó parte del proyecto ‘Balance de masa y dinámica de glaciares en la Península Antártica’, incluido en el plan anual técnico y de servicios 2016/17 de la DNA.
La escuadrilla Águila mantiene una aeronave DHC-6 Twin Otter y a su tripulación durante todo el año en Marambio, con capacidad de vuelo para efectuar un servicio de transporte de pasajeros y carga interbases, misiones de apoyo logístico a la actividad científica nacional e internacional, evacuaciones sanitarias y operaciones SAR (Búsqueda y Salvamento) dentro de su área de cobertura.
El avión se cambia de acuerdo a las necesidades de mantenimiento y las tripulaciones rotan cada tres o cuatro meses, con la posibilidad de que la mayor cantidad de tripulantes adquieran la experiencia de operar en la Antártida, informó en un comunicado oficial el Ministerio de Defensa.