Científicos reviven virus ‘zombie’ que estuvo congelado 48.500 años

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Un virus milenario que se descongele y diezme a la humanidad parece un concepto de película apocalíptica, pero los científicos advierten que, aunque el riesgo es bajo, no hay que subestimar este escenario. Existen virus con miles de años de existencia que permanecen congelados e inactivos en el permafrost del Ártico, una capa de hielo debajo de la tierra que se está descongelando en la actualidad. En esta capa de hielo también tenemos desechos químicos y radiactivos de la época de la Guerra Fría que, si se filtrasen, supondrían una amenaza para el ecosistema. Como explica a la CNN Kimberley Miner, científica climática del Instituto de Tecnología de California, “están sucediendo muchas cosas con el permafrost que son motivo de preocupación, y esto justifica por qué es muy importante que mantengamos la mayor cantidad posible de permafrost congelado”.

El permafrost, que cubre una quinta parte del hemisferio norte, especialmente en Alaska, Rusia y Canadá, es un buen medio de almacenamiento, como una cápsula del tiempo, ya que está congelado, está bajo tierra, no dispone de oxígeno y la luz no llega al hielo. El problema viene por el aumento de temperaturas debido al calentamiento global, que provoca que el hielo esté deshaciéndose en zonas del Ártico. En ese hielo conservaba tanto virus antiguos, los llamados “virus zombi”, como restos momificados de animales extintos, que ya se han comenzado a analizar.

Han encontrado virus ‘zombis’

Con el objetivo de analizar el riesgo real de estos virus ‘zombi’, Jean-Michel Claverie, profesor emérito de medicina y genómica en la Facultad de Medicina de la Universidad de Aix-Marseille en Marsella, Francia, tomó y analizó muestras de tierra extraídas del permafrost de Siberia. Buscaba partículas virales y confirmar si estas seguían siendo infecciosas. Y las encontró.

Ya en 2003, Claverie descubrió un virus en el permafrost, cuyas partículas eran más grandes que la de los virus actuales y eran incluso visibles con un microscopio común, sin necesidad de aparatología avanzada. En el año 2014 fue cuando Claverie y su equipo lograron aislar un virus extraído del permafrost y activarlo, volviéndolo infeccioso. Era un virus de más de 30.000 años. Por suerte, el virus que decidieron revivir era nocivo solamente para los organismos unicelulares, y no para los humanos o los animales. Claverie volvió a repetir este descubrimiento en 2015, replicando el proceso de activación con otro virus benigno para nosotros. Ahora, en su última investigación, ‘Una actualización sobre los virus eucariotas revividos del antiguo permafrost’, publicada el 18 de febrero, explica cómo él y su equipo han sido capaces de aislar varias cepas de diferentes virus de muestras extraídas de siete lugares diferentes de Siberia. De nuevo, por seguridad, solo se analizaron y activaron virus que atacaban a amebas unicelulares cultivadas.

En estas últimas extracciones de tierra del permafrost se encontraron cinco nuevas familias de virus. El más antiguo de los virus ‘zombi’ tenía casi 48.500 años, según indica la datación de radiocarbono de la tierra, que se extrajo del fondo de un lago a 16 metros de profundidad. Otras de las muestras se encontraron en el estómago de los restos de un mamut lanudo, de 27.000 años de antigüedad. La incertidumbre que suscita este estudio es innegable. Claverie indica que “vemos las huellas de muchos, muchos, muchos otros virus. Así que sabemos que están allí. No sabemos con certeza si todavía están vivos. Pero nuestro razonamiento es que si los virus de las amebas todavía están vivos, no hay razón por la que los otros virus no sigan vivos y sean capaces de infectar a sus propios anfitriones”.

No es la primera vez que se han detectado virus y bacterias conservados en el permafrost que pueden infectar a los humanos. Una mujer momificada de hace 300 años en Siberia tenía restos del virus de la influenza en sus pulmones, la misma cepa de 1918. El brote de ántrax que afectó a decenas de humanos y más de 2000 renos en Siberia en el verano de 2016 fue provocado por la liberación del virus Bacillus anthracis provocada por el deshielo de varios cementerios de animales a causa de las altas temperaturas. Los científicos llaman a la calma. Todavía no saben cuánto tiempo pueden estos virus permanecer infecciosos al exponerlos a las condiciones actuales. Y no todos los virus encontrados son propensos de causar enfermedades. Lo que sí advierte Claverie es que “el riesgo aumentará en el contexto del calentamiento global”, a causa del deshielo acelerado del permafrost.

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