Nuevas evidencias científicas han vuelto a situar al pangolín detrás de la pandemia por coronavirus. Un equipo de investigadores de la Universidad de Hong Kong y de la Universidad de Shantou analizaron muestras de coronavirus en un pequeño grupo de pangolines malayos que llegaron a la China de contrabando y vieron que comparten un elevado grado de similitud con el SARS-CoV-2.
En un estudio que publican en Nature, señalan que, aunque ese grado de similitud no es suficiente para asegurar que este pequeño mamífero salvaje es sin duda el origen del brote, sí que demuestra que el pangolín es, junto al murciélago, huésped de estos virus. Por ello, consideran, su venta en los mercados de animales salvajes debería prohibirse de inmediato para disminuir el riesgo de potenciales transmisiones del virus a las personas.
No es la primera vez que el pangolín resulta sospechoso. El pasado 7 de febrero también un equipo chino publicó un estudio en Nature en que aseguraba que habían hallado en un pangolín un genoma de coronavirus con un 99% de similitud con el patógeno detrás de la Covid-19. No obstante, unas semanas después se tuvieron que retractar, porque la similitud no era del 99% sino del 90%, un porcentaje insuficiente para afirmar que este animal es el origen de la pandemia.
Por el momento, las pruebas de que se dispone sitúan al murciélago como reservorio del SARS-CoV-2. Pero para que el virus pase del murciélago al ser humano se necesita un animal intermedio. En el mercado de Wuhan en el que se detectaron los primeros casos de pulmonía en diciembre de 2019 se vendían todo tipo de animales, también salvajes, alguno de los cuales fue, posiblemente, el intermediario entre murciélagos y humanos. Sin embargo, como el mercado chino se limpió y desinfectó a fondo tras comenzar el brote, los científicos no han podido buscar pruebas para averiguar qué especie fue la culpable.
En anteriores epidemias causadas por coronavirus, como la de SARS de 2002 y MERS, en marcha desde 2012, se vio que en la primera la especie puente fue una civeta de las palmeras, en la que se identifico un coronavirus con un 99,8% de similitud al que afectaba a las personas. En el caso de MERS, se ha comprobado que la especie intermediaria son los dromedarios.
En este nuevo brote, en un inicio los especialistas en enfermedades infecciosas y coronavirus apuntaron de nuevo a las civetas como principales sospechosas. Sin embargo, pronto el pangolín subió al escenario.
En este estudio, los investigadores chinos analizaron muestras de 18 pangolines malayos que llegan a China por contrabando entre agosto de 2017 y enero de 2018. En cinco de ellos detectaron SARS-CoV-2. Luego, en 12 ejemplares requisados en una segunda provincia china en 2018 identificaron coronavirus similares en tres de ellos y también en un animal extra hallado en una tercera provincia en 2019.
Todos los virus obtenidos a partir de muestras de estos animales tienen comparten una similitud de entre el 85 y el 92% con el SARS-CoV-2 e incluso uno de ellos muestra una fuerte similitud en la región del genoma que codifica la proteína ‘spike’ o S, situada en la membrana del virus y que le confiere un aspecto de corona, que facilita la entrada del virus a la células del huésped.
Según los investigadores, sus resultados no implican a los pangolines directamente en la transmisión del virus de murciélagos a humanos, pero les otorga un papel importante en la ecología del coronavirus, por lo que insisten en prohibir su consumo y comercio, y a partir de ahora, monitorear las poblaciones de este mamífero salvaje de cerca en China y sudeste asiático para entender su implicación en la emergencia de coronavirus y el riesgo de futuras transmisiones a humanos.
El pangolín es el mamífero con el que más se trafica ilegalmente y está en peligro de extinción. Sus escamas son muy usadas en Asia para medicina tradicional china y su carne se considera una delicatessen.