Aunque los fósiles se conservaron en asfalto, los autores del estudio no encuentran ninguna evidencia de que los animales cayeran en un pozo de alquitrán, se atascaran y murieran allí. La muerte pudo ser resultado de una sequía o una enfermedad provocada por beber agua contaminada con sus propios excrementos, situaciones observadas entre las poblaciones de hipopótamos en los abrevaderos de la actual sabana africana.
El estudio de los restos fue dirigido por Emily Lindsey, paleontóloga de la Universidad de California (EE.UU.), quien también es directora del sitio de excavación del Rancho La Brea en Los Ángeles.
“Durante años, todo el mundo ha pensado en el clásico escenario de los pozos de alquitrán de La Brea, donde un gran herbívoro se atascaba, luego un montón de carnívoros se sentían atraídos por el animal atrapado y se quedaban atascados, luego los pájaros se atascaban, los insectos se atascaban, etc.”, afirmó la experta y explicó: “Los animales murieron en un entorno acuático como muchos otros yacimientos fósiles, y los huesos se conservaron de forma fortuita gracias al asfalto filtrado”.
“Me sorprendió cuando me di cuenta por primera vez”, añadió Lindsey.
Sin embargo, aparte de algunas conchas, el equipo de investigadores no encontró fósiles acuáticos en el lugar de excavación: solo se descubrió una gran cantidad de restos de plantas pequeñas.
“El Tanque Loma presenta una rara acumulación de fósiles que proporciona datos muy relevantes”, subrayó José Luis Román-Carrión, paleontólogo de la Escuela Politécnica Nacional (Ecuador) y agregó: “Ahora sabemos que el Eremotherium vivía en grupos y tenía un comportamiento parental. También tenemos este tipo de evidencia de otro perezoso terrestre gigante, el Oreomylodon wegneri, del valle de Quito”.