Oculta en los datos que la icónica nave espacial Voyager 2 de la NASA reunió sobre Urano hace más de 30 años y que representan el único acercamiento que hemos hecho del planeta, científicos de la NASA han encontrado la firma de una burbuja masiva que podría haber robado parte de la atmósfera gaseosa del planeta.
Cada planeta con atmósfera del sistema solar filtra algo de él al espacio y el campo magnético del mismo juega un papel importante en este proceso: en Venus, el hidrógeno brota para unirse al viento solar, en Júpiter, la corriente continua de partículas de plasma se escapa al espacio; Saturno expulsa burbujas de aire cargado eléctricamente… hasta nuestro propio planeta tiene fugas no preocupantes de 90 toneladas de material atmosférico al día (al menos durante mil millones de años aproximadamente no tendremos que preocuparnos). Parece ser que también le ocurre lo mismo al gélido Urano (es el más frío de todos nuestros planetas).
Los investigadores estaban trabajando en una nueva propuesta de misión para los gigantes de hielo, Urano y Neptuno, pero su análisis observó las lecturas del magnetómetro de la Voyager 2, trazando los datos con mayor precisión que antes. Al hacerlo, observaron 60 segundos -de entre las 45 horas del sobrevuelo de la sonda espacial- de una señal magnética peculiar. El equipo cree que ha detectado un plasmoide (una estructura o bolsa de plasma repleta de partículas cargadas) que se canaliza lejos de Urano a causa de su campo magnético.
Sería la primera vez que se ve un plasmoide o burbuja magnética en conexión con un gigante de hielo, demostrando no solo que la atmósfera de Urano también se escapa, sino también las peculiares dinámicas del campo magnético de este frío planeta.
El campo magnético descentrado del planeta, inclinado en relación con el eje de rotación de Urano, produce una magnetosfera tambaleante e impredecible. En general, se cree que los campos magnéticos protegen la atmósfera de un planeta del escape de sus gases, en gran medida al proporcionar protección contra el viento solar que viene del Sol, pero también pueden hacer lo contrario. Ya hemos visto que las atmósferas con fugas no son tan infrecuentes.
Pero si la burbuja magnética extrae partículas cargadas de la atmósfera y las arroja al espacio, también cambia la atmósfera del planeta y, por ende, el planeta en sí mismo. Y la situación de Urano es particularmente complicada porque gira de lado y su campo magnético está sesgado tanto desde ese eje como desde el plano en el que se encuentran todos los planetas.
Es difícil determinar cuán importante es este proceso para Urano de cara a su atmósfera global, ya que se basa en un único conjunto de datos de la Voyager. El equipo estima que las eyecciones de plasmoides podrían representar entre el 15 y el 55% de la atmósfera del planeta que se escapa al espacio. Sin embargo, sin más observaciones, quedan muchas preguntas en el aire. ¿Para cuándo una vuelta a Urano?
“La naturaleza de la circulación magnetosférica y los procesos de pérdida de masa siguen siendo temas sobresalientes y esenciales tanto en Urano como en Neptuno. Con el fin de determinar definitivamente las contribuciones relativas de la rotación planetaria y la fuerza del viento solar en la conducción de la dinámica global del plasma, serán necesarias nuevas mediciones in situ. Hasta entonces, las enigmáticas magnetosferas gigantes de hielo esperan una mayor exploración”, exponen los autores.