Científicos del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA), dependiente del Conicet, la Universidad Nacional de Cuyo y el gobierno de Mendoza, evalúan cuánto afecta el cambio climático al glaciar Perito Moreno y si estas consecuencias son reversibles. Bajo esta premisa, realizaron una expedición hasta la naciente para calcular el balance de masa, es decir, cuánto volumen gana con las nevadas y cuánto pierde con los derretimientos y el desprendimiento de témpanos. Los datos que arrojan son alarmantes: desde 2021 el ‘gigante de hielo’ retrocedió cerca de 700 metros.
“El glaciar Perito Moreno es anómalo. Mientras que en el último siglo los glaciares retrocedieron e incluso algunos desaparecieron a nivel mundial, este no solo no se achicó, sino que desde 1950 creció. Cuando se lo descubrió estaba a 4 kilómetros de las pasarelas y ahora está aún más cerca”, cuenta Lucas Ruiz, glaciólogo que lidera el monitoreo del IANIGLA. Y continúa: “La hipótesis que siempre se manejó con este glaciar, y con la que fuimos, es que acumula nieve y pierde masa sin afectar sustancialmente su tamaño”. Sin embargo, los últimos análisis arrojaron otros resultados.
La investigación forma parte de un convenio entre Conicet y la empresa estatal Integración Energética Argentina S.A. para proporcionar fundamentos científicos sobre el impacto que tendrán la construcción y el funcionamiento de dos represas hidroeléctricas en Santa Cruz. El objetivo es ampliar la información sobre los cambios recientes en el glaciar Perito Moreno y comprender la variabilidad hidro-climática de la cuenca del río Santa Cruz.
En desequilibrio con el clima
En distintas expediciones junto con guías y guardaparques, el equipo observó que el glaciar retrocedió 700 metros en el margen norte del Canal de los Témpanos durante los últimos dos años, lugar opuesto a donde están las pasarelas. “Es un retroceso fuerte. Si se calcula aproximadamente cuánto se retrajo el glaciar entre 1998 y 2019, podemos decir que fueron uno o dos metros por año, no es un cambio sustancial. Además, aumentó la cantidad de témpanos que se desprenden y está ocurriendo un comportamiento similar en la parte sur del Brazo Rico del Lago Argentino”, detalla Ruiz.
Si bien el balance de la masa está en la etapa final de evaluación, Ruiz afirma que “la hipótesis de que el glaciar Perito Moreno está estable ya no es válida. Está en desequilibrio con el clima”. La causa está asociada al cambio climático: el aumento de las temperaturas provoca un mayor derretimiento y desprendimiento de témpanos, y la ausencia de precipitaciones genera escasez de nieve y no permite su acumulación.
“El retroceso registrado se enmarca en el contexto de cambio climático que vivimos. Todas las proyecciones, incluso las más optimistas, sostienen que vamos a estar un poco más calientes de lo que ya estamos. Entonces, es muy probable que los glaciares no crezcan. A lo sumo, van a dejar de perder masa”, explica.
Radares y antenas
Para evaluar el balance de la masa del glaciar, el equipo científico utilizó diferentes técnicas, tanto para la zona alta de acumulación como para la zona baja de ablación (pérdida). En lo que respecta a la primera, pusieron en práctica un radar que permite calcular la distancia entre la superficie y las diferentes capas de nieve.
“Con distintas antenas, el radar emite una onda que viaja a través del manto nival (las distintas capas), rebota en la superficie del hielo y vuelve. Al tener esa distancia, podemos identificar cuánta nieve se acumula cada seis meses, que es el período en el que hacemos las expediciones”, describe Ruiz. La cantidad de nieve entre campaña y campaña suele ser de entre cinco y seis metros, aunque los científicos detectaron hasta 15 metros.
Sobre la zona baja, los investigadores midieron el derretimiento a través de la instalación de una serie de cañas que se insertan con una perforadora a vapor y permiten calcular la pérdida de nieve.
En tiempo real
Para ahondar aún más en la información sobre los glaciares, el equipo de IANIGLA colocó una red de estaciones meteorológicas en la cuenca del Río Santa Cruz, donde se encuentra el Parque Nacional. Se trata de aparatos electrónicos autónomos que pesan entre 50 y 80 kilos y sirven para medir temperatura, precipitación, humedad, radiación solar y acumulación de nieve. Mientras transmite en tiempo real los datos a través de satélites, los almacena para que puedan ser descargados por los científicos.
Las estaciones están preparadas para soportar las condiciones del clima de un glaciar: temperaturas bajo cero, ráfagas de viento de hasta 150 kilómetros por hora y acumulación de nieve. “Están montadas sobre un trípode metálico de tres metros, tienen una batería, un panel solar como fuente de energía y un registrador que toma todos los datos”, detalla Pierre Pitte, director de la red de estaciones meteorológicas. Aunque ya existían algunas postas, estaban destinadas únicamente a su uso científico. A partir de ahora, los datos están abiertos para todo público en el sitio web del Observatorio Andinodel IANIGLA.
Por su parte, Ruiz complementa: “Toda la información que recolectamos contribuye a la construcción de un modelo numérico que comunicará el balance de masa diario de este glaciar. Al ser tan famoso, el Perito Moreno nos sirve de excusa para hablar del cambio climático, tomar conciencia y actuar en consecuencia”.
El gigante de hielo argentino-chileno
El Parque Nacional Los Glaciares está al sudoeste de la provincia de Santa Cruz en el límite con Chile. Fue creado en 1937 y declarado Sitio de Patrimonio Mundial por la UNESCO en 1981. Se ubica dentro de lo que se conoce como el Campo de Hielo Patagónico Sur y es la tercera extensión de hielos continentales más grande del planeta, luego de la Antártida y Groenlandia.
Allí se originan más de 45 glaciares que oscilan entre los 200 y los 1300 kilómetros cuadrados. Junto con los parques nacionales Bernardo O’Higgins y Torres del Paine del país trasandino y el de Los Glaciares en Argentina, gran parte del Campo de Hielo Patagónico Sur se encuentra protegido con el fin de preservar la flora y la fauna. Se trata de una extensión de masas congeladas formadas hace milenios que invitan a imaginar lo que fue la era del hielo en esta región del planeta.