La destrucción de un sistema solar captada por primera vez por el telescopio espacial Kepler, de la NASA, nos permite hacernos una idea de cuál podría ser el destino de nuestro planeta en un futuro lejano.
Los investigadores a cargo de la misión descubrieron los restos de un mundo rocoso en vías de descomposición, girando en torno a una enana blanca (el núcleo ardiente que queda de una estrella cuando ésta ya consumió todo su combustible nuclear).
Esta estrella, del mismo tipo que nuestro Sol y bautizada WD1145+017, está en la constelación de Virgo, a 570 años luz de la Tierra.