Millones de personas observaron entre la mañana y el mediodía de ayer el eclipse total de la llamada superluna azul, la segunda luna llena del mes y que se encontró en su posición más cercana a la Tierra (de ahí su apariencia de mayor tamaño).
Se pudo apreciar principalmente en la costa oeste de Estados Unidos, en Asia, Oceanía y en el este de Rusia.
De todos modos, la transmisión de la NASA permitió que Sudamérica, Europa occidental y África fuesen testigos a través de la TV del particular fenómeno astronómico.
En los lugares en los que las condiciones atmosféricas acompañaron, se pudo observar también cómo la luna se tiñó de un color rojizo sin la necesidad de tener que ponerse anteojos especiales, como sí suele ocurrir en los eclipses de sol.
El espectáculo que ofreció el cielo fue, además, muy especial porque hubo un cuádruple acontecimiento que hacía 152 años que no se daba: la combinación de un eclipse lunar total, una superluna, una luna azul y una luna de sangre.
La última vez que algo así se vio desde la tierra tuvo lugar en el siglo XIX, en 1866; y para volver a observar un fenómeno similar no habrá que esperar un siglo y medio aunque un par de décadas: recién el 31 de enero de 2037 volverá a producirse.