Son como alfombras desparramadas sobre las montañas. Algunos tienen un alto frente de hielo que hace siglos cayó en forma de nieve. Pese a su apariencia compacta, el interior de los glaciares está repleto de ríos y grietas que termina en pequeños desprendimientos.
Es frecuente ver cómo se despega un témpano y cae al agua. Es normal que el frente de los glaciares pierda masa debido a las temperaturas, a las fricciones internas y a su movimiento. El problema es que no llega a recuperar la masa perdida, y es algo que sucede en la mayoría de los campos de hielo del planeta.
EL glaciar Perito Moreno forma parte de la resistencia. De los 48 glaciares importantes que se encuentran dentro del Campo de Hielos Patagonicos del Sur, el manto de hielo más grande del mundo después de la Antártida, solo hay uno más en equilibrio, el Spegazzini, también en Argentina, y otro que presenta un ligero crecimiento, el Pío XI, en Chile.
La comunidad científica señala al cambio climático como el culpable del derretimiento de los glaciares.
Se dice que el resto está en retroceso. Un glaciar avanza por la fuerza de la gravedad, así que no puede retroceder, lo que hace es perder masa de su frente.
La comunidad científica señala al cambio climático como el culpable del derretimiento.
El hielo de la Patagonia perdió mil kilómetros cuadrados de superficie en unos 60 años. Los expertos se lamentan de que a la glaciología en esta zona le faltan apoyos. Faltan fondos para la investigación, unida a la despoblación de la región, hace que se trate de un terreno pobremente explorado en comparación con Europa.
Faltan estaciones meteorológicas que recojan datos durante varias décadas. Aquí solo hay una que lleva en pie 22 años y sus datos aún no tienen el rigor suficiente.
Con este fin, el IANIGLA ha publicado el inventario de glaciares con datos sobre más de 16 mil cuerpos de hielo. Mientras que otros países conocen sus glaciares hace varias décadas, nosotros recién en 2018 podemos decir cuántos tenemos y dónde.