La contaminación del aire y las enfermedades neurodegenerativas han sido vinculadas en estudios científicos recientes. Una nueva investigación sumó otro argumento que demuestra cómo la polución influye directamente en la demencia. El trabajo estuvo a cargo de 12 investigadores que estudiaron un grupo de personas mayores de Ontario, Canadá, de 2001 a 2013.
Hace doce años, los expertos eligieron a un grupo de aproximadamente 2,1 millones de personas. Los requisitos para la selección fueron: que en 2001 tuvieran entre 55 y 85 años, fueran nacidos en el país norteamericano y no estuvieran diagnosticados con demencia.
En la información sobre el grupo se aplicó un algoritmo para medir la incidencia de la polución en los diagnósticos de demencia. A la vez, sus residencias fueron estudiadas a fin de estimar la exposición en la que vivían. Para luego cruzar estos datos con otros factores como la diabetes, las lesiones cerebrales y los ingresos del vecindario.
La conclusión advirtió que a pesar de que Ontario sea una de las ciudades con menos polución en el mundo, su población está un riesgo invisible.
Durante los doce años de seguimiento, los investigadores contaron 257.816 casos de demencia diagnosticados, de los que el 6,1 % fueron atribuidos directamente a la contaminación ambiental. Las fuentes de polución principal fueron el material particulado más fino (PM 2.5) y el dióxido de nitrógeno.