Solía ser el típico paisaje de la Patagonia. Rebosante del verde de miles de árboles que decoraban las montañas chubutenses de Cholila. Cipreses de la cordillera y coihues, que estuvieron allí cientos de años antes de que esa zona se convirtiera en una próspera localidad turística. Pero en 2015 llegó el fuego, mutando a ese bosque de 40.000 hectáreas en un cementerio de troncos carbonizados y cenizas. Aquel incendio forestal de dos meses, fue el peor que se haya registrado en la historia del país.
Cuatro años más tarde, 85 jóvenes atravesaron ese desolador campo gris cargando enormes mochilas llenas de plantines en sus espaldas para trabajar con palas durante largas jornadas, donde la temperatura variaba entre los 14° y los -4°, con el objetivo de devolverle a Chubut ese paraíso.
Así describe Sebastián Homps, director ejecutivo de la Asociación de Amigos de la Patagonia (AAP), la tercera etapa del programa de restauración ecológica ReforestArg.
Voluntarios de diferentes ciudades del país y del mundo se instalaron los 4 días del último fin de semana largo de abril en el bosque de Cholila con el objetivo de plantar 11.500 plantines -lo que equivale a unas 20 hectáreas- de cipreses y coihues, de unos 40 centímetros de alto, en puntos específicos de la montaña donde, de otra forma, no podrían volver a crecer naturalmente plantas de la fauna originaria.
‘El panorama todo junto es un poco triste y desolador, pero ver a todo un grupo humano unido trabajando en equipo es increíble’ cuenta Stephanie Kennard, oriunda de Río Gallegos y coordinadora del área de educación de la AAP, sobre la última experiencia de reforestación.
ReforestArg nació en 2016, cuando Tobías Merlo, licenciado en Ciencias Ambientales, emprendió junto a dos amigos agrónomos un viaje de tres meses y medio por la Patagonia para investigar las principales problemáticas medioambientales, llegando a la conclusión que la solución más viable para recuperar los bosques nativos era la reforestación. Luego de presentar su investigación y aliarse con AAP, decidieron poner en práctica sus conocimientos en el bosque nativo de Cholila.