Esta solución no sólo es más eficiente que los fluorescentes actuales, sino que además no se calienta, ni contiene mercurio y tampoco sufre de parpadeos o zumbidos, ni se rompe como el cristal de estos. Sus lámparas generan una luz que no tiene una coloración azulada, se pueden fabricar en cualquier forma y color, y no contaminan al romperse, como las bombillas fluorescentes compactas (CFL).
Para su fabricación se emplean tres capas de un polímero maleable junto con una pequeña porción de nanomateriales que consiguen una luz completamente blanca al ser estimulados. Carroll asegura tener un prototipo que ha durado casi una década, por lo que parece que ya está más cerca de hacerse realidad puesto que colaboran con un fabricante para comercializar los primeros modelos.
Según sus creadores son al menos el doble de eficientes que los tubos fluorescentes (más o menos igual que los LEDs actuales).