La red, que cuenta con puntos de recolección en todo el país, impulsó la iniciativa de la botella de amor: se encargan de acopiar plásticos de un solo uso en botellas para clasificarlos y dejarlos listos para hacer listones de madera plástica, con los que se fabrican mesas, sillas, juegos de plaza o huerteros.
Ludmila Taraborelli, coordinadora de la fundación Botella de Amor, comentó de qué se trata este hábito ecológico, sustentable y fácil de realizar para que cada vez haya más personas que lo implementen.
Periodista: ¿Qué es y cómo surgió la fundación e iniciativa “Botella de amor”?
Ludmila Taraborelli: Surgió de las ganas de hacer algo con todos los plásticos de un solo uso que nos encontramos en la diaria, en nuestra cotidianidad, como ser el paquete de arroz, de fideos, de polenta; de preguntarnos si esos plásticos en Argentina y en el mundo tenían una segunda oportunidad. Lo que sucede con los plásticos de un solo uso es que si yo por ejemplo me como un alfajor y mañana tengo ganas de comerme otro alfajor, ese paquetes yo no voy a poder “pedir que me lo recarguen” y pongan el alfajor que me quiera comer. Ese paquete se utiliza y se desecha, por eso es de un plástico de un solo uso.
P.: ¿Qué beneficios e impactos positivos genera implementar este hábito?
L.T.: Los beneficios que trae llenar una botella de amor son amplios, empezando por la educación ambiental que es algo que nos falta a todos: entender que no generamos basura sino que son residuos que se pueden volver a utilizar, y que además con la botella se puede crear un material para la construcción destinado a bancos, mesas, sillas, para enviar a escuelas, para hacer acciones sociales; para sacar del “foco negativo” de alguna manera el plástico y convertirlo en algo positivo, y que acompañado de esta conciencia de llenar botellas uno toma verdadera dimensión de lo que consumimos en la diaria.
Así nos empezamos a preguntar si en una familia tipo es necesario llenar una botella por semana o si es mejor dejar de consumir todos esos productos y evitarlos para no llenar botellas de amor.
A esa conclusión uno llega cuando llena muchas botellas.
P.: ¿Cómo realizar este hábito sustentable en casa para reducir los residuos plásticos?
L.T.: Es muy fácil empezar a llenar botellas de amor porque solamente se necesita un envase vacío. Puede incluso ser de alcohol, ya que hoy en día por la pandemia está tan en uso. También puede ser de una gaseosa o un bidón de algún producto de limpieza. Lo importante es todo lo que ponemos adentro. Para eso hay que empezar a detectar desde casa, o bien googlear e involucrarnos con el hábito. Si no sabemos algo podemos consultar por la duda que tenemos, empezar a seguirnos en las redes, ya que ahí se baja mucha información. Suele ocurrir que hay muchas confusiones porque hay algunos paquetes o envoltorios que parecen plástico pero no lo son. Son los menos casos, porque en realidad en el día a día uno aprende a detectar fácil el plástico.
P.: ¿Qué plásticos y en qué condiciones se pueden separar?
L.T.: Los plásticos que van dentro de la botella de amor son los plásticos enumerados del uno al siete. Si bien hay paquetes que no vienen catalogados, a simple vista uno puede darse cuenta que se trata de un plástico. Las condiciones que necesitamos para que las personas separen estos plásticos es que aquellos que puedan producir olor a pudrición, se limpien y se sequen, como por ejemplo: el sachet de leche, de yogurt, bolsa de carnicería, de pollería, potes de quesos y postres. Se deben separar, limpiar, secar y una vez limpios van dentro de la botella o bidón.
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La coordinadora de Botella de Amor comentó que “no por llenar botellas de amor estamos exentos de culpa sino que siempre hay que ´ir más allá´ y pensar en qué puedo reducir mi consumo: ya sea en plástico, en volver a la bolsa reutilizable, volver a comprar a granel, ir buscando opciones y plantearse si lo tengo que comprar que sea en un formato un poco más grande para no generar tantos residuos que en la diaria suman un montón”.
“Las mujeres con la copita ya estamos haciéndole un gran favor al medio ambiente, y de eso se trata: ver en qué se puede reducir, rechazar, reciclar y reutilizar todo lo que sea consumo diario; cambiar hábitos”, sentenció la ambientalista.