Les Avanchets, Ginebra, Suiza. Es la ciudad de ensueño para todos aquellos jardineros urbanos, según el fotógrafo francés y ambientalista Yann Arthus-Bertrand, pues casi todas las casas tienen al menos una huerta para cosechar sus alimentos.
Allí, todo el mundo tiene la costumbre de intercambiar alimentos orgánicos con los vecinos, ampliando las posibilidades de comer sanamente y además fomentar la integración social.
Según Arthus, esta costumbre es legada de la Primera Guerra Mundial. Después de los conflictos, en el siglo 20, el gobierno de Suiza y otros países de Europa, dieron al pueblo parcelas de tierra para que pudieran construir sus vidas. De esta manera comenzó la cultura de agricultura urbana en el país.
Pero eso no es todo, lo ciudad, además utiliza métodos agrícolas sostenibles; a los niños se les enseña a cultivar su propia fruta o verdura y al mismo tiempo, se mezclan los métodos antiguos y tradicionales para lograr un sistema sostenible y una mejor calidad de vida para todos.
Estos huertos urbanos, a su vez generan actitudes duraderas de solidaridad así como amistad y promueven el trueque con los vecinos y la economía circular.
Actualmente la agricultura urbana está en su apogeo en todo el mundo, sus raíces se encuentran en las ciudades industriales de principios del siglo XIX.
Países como Gran Bretaña, Alemania y Francia, se vieron obligados a proporcionar tierras a sus trabajadores para satisfacer sus necesidades y mejorar las condiciones de vida en los barrios de clase obrera.
Los huertos para londinenses necesitados surgieron durante la efervescencia industrial y sirvieron para brindar apoyo, salud y estabilidad social.
Aunque muchos lugares olvidaron los huertos urbanos con el paso del tiempo, este lugar realmente echo raíces y hoy ya son más de 50,000 hectáreas de huertos urbanos en la zona y es una tendencia que crece a lo largo del planeta.