Cuatro casos de empresas de Mar del Plata demostraron ejemplos de cómo se puede llevar adelante negocios sustentables. Es decir, en diferentes medidas, respetuosos con el ambiente, los recursos y con una fuerte apuesta a la economía circular.
Durante el “Día B 2024”, celebrado hace pocas semanas, cuatro líderes de empresas de la ciudad costera y alrededores compartieron sus casos de éxito.
Todos son modelos de negocio que aportan soluciones a problemas socioambientales. A partir de un cambio sistémico que atraviesa a emprendedores, el sector público, la Academia y los consumidores, la región aparece como uno de los puntos del país que lidera la transformación.
En el evento en Mar del Plata, participaron más de 1100 personas entre los asistentes presenciales y por streaming. En el panel “Negocios locales desafiando el paradigma”, cuatro empresarios de la ciudad expusieron sus casos.
Negocios sustentables: cuatro casos emblema
Los que tomaron la palabra y exhibieron su trabajo fueron:
1. Kalmar, la primera destilería colaborativa
Cuando la Empresa B Kalmar comenzó a gestarse, en Mar del Plata no se permitían las destilerías por una ordenanza municipal de hacía muchos años.
“Lo primero que tuvimos que hacer fue pensar en forma colaborativa cómo destrabar esto para llegar al cliente con la trazabilidad que amerita esta industria, había muchos pequeños productores que se desarrollaban a puertas cerradas”, relató Déborah Sabsay, fundadora de Kausana Agencia de Impacto y de las Empresas B Lucenza y Kalmar Destilería.
“Empezamos a trabajar con el Estado, que acompañó de una manera increíble, y ya nacimos con la lógica de que también otros elaboren sus productos en Kalmar”, agregó.
Hoy, además de sus productos propios, Kalmar destila a 42 marcas locales. “No solo hacemos crecer este sector productivo con la destilería, también les compartimos lo que nos funciona: los canales de distribución, los proveedores, que son de impacto y locales”, dijo la empresaria.
2. Sarasanegro, cocina de entorno
Sarasanegro es un restaurante marplatense destacado en la escena gastronómica nacional, que realza los sabores locales de la costa argentina, especialmente los pescados y mariscos.
El chef Patricio Negro, luego de formarse en Europa y generar experiencia en establecimientos con estrellas Michelin, lo fundó en 2003 junto a su esposa, Fernanda Sarasa. Hoy el restaurante se ha consagrado con diversos premios y reconocimientos, entre los que se encuentra el sello de Empresa B Pendiente.
“Mar del Plata tiene un producto increíble que es el pescado, la costa argentina no tiene nada que envidiarle a otros lugares del mundo, no podemos no aprovecharlo”, destacó el chef.
En su carta siempre tiene presente la pesca local del día, además de otros ingredientes que provienen de productores locales, como los hongos, la miel o la papa.
Además de enfocarse en el cuidado del medio ambiente, el restaurante ofrece a sus colaboradores oportunidades de formación y crecimiento dentro de la empresa.
3. UNIBAIO, investigación, nanotecnología y ciencia
Es empresa que nace desde la necesidad de aprovechar la investigación científica para mejorar la vida de las personas, a través de la bio y nanotecnología.
“Cuando comemos camarones y langostinos, se desechan un montón de cáscaras que contaminan y dañan el ecosistema. Nosotros, a partir de ese residuo, generamos el material base para desarrollar un agroinsumo que reemplaza los agroquímicos“, explicó la doctora Ingeniera Vera Alvarez, Cofundadora de UNIBAIO.
Adempas, es presidenta de FAN y Directora de INTEMA y CONICET Mar del Plata. “Es un círculo virtuoso, tiene mucho que ver con nuestro mar. Y lo más interesante es que logra unir al sector público y privado para impulsar empresas de impacto que generen valor agregado y trabajo, y que demuestren lo que la ciencia y la tecnología pueden hacer por nuestra sociedad”, concluyó.
4. Procens, economía circular para el agro
Julien Laurençon, Cofundador y CEO de Procens, presentó el caso de su empresa instalada en Balcarce. “Nos dedicamos a escalar dos procesos naturales fundamentales: la biodegradación y la bioconversión, criando moscas y larvas“, detalló.
“Puede sonar raro, pero es una bioinnovación y lo que hacemos es replicar lo que hace la misma tierra hace muchos años”, agregó.
“Recuperamos desperdicios de la industria alimenticia, como cáscaras de papa, bagazo de cerveza o frutas y verduras no consumibles, y hacemos una mezcla para alimentar larvas. Así criamos moscas que bioconvierten y nos dan una materia súper fértil, llena de vida, con altos niveles de quitina disponible”, detalló Laurençon.
“Esto se reinserta a la industria en la actividad agropecuaria como biofertilizante. Nuestro producto mejora la salud del suelo, su actividad biológica y, además, mejora el rendimiento de papa por hectárea”, añadió.
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