En el mar de Barents en junio, el sol todavía brilla a las 2 de la madrugada.
Las pequeñas ondas proyectan la luz anaranjada en el aire brumoso.
Un barco de vela atraviesa las heladas aguas del Ártico.
Mucho más allá, en el horizonte, se eleva un gigante.
Es Goliat, la plataforma petrolera en funcionamiento en el lado más septentrional del mundo, que perfora en busca de combustible.
La radio del barco resuena. Los trabajadores de Goliat advierten a la tripulación del barco que se mantenga fuera de la zona de exclusión de la plataforma.
“Y disfruten la navegación”, añaden desde Goliat.
“Y ustedes”, dice el capitán de 21 años, Thor Due, “¡disfruten perforando!”
La cortesía natural de Thor esconde sus verdaderos sentimientos.
Es 2018, y Thor y sus compañeros de tripulación estaban de camino a casa desde Bear Island, al sur del archipiélago de Svalbard, donde habían estado sacando fotos de la abundante vida salvaje de la zona.
Les preocupa que este paisaje único se vea amenazado por cualquier derrame de petróleo.
Pero su principal preocupación es mucho mayor.
Han pasado solo unos meses desde que Thor y otros miembros del grupo Naturaleza y Juventud de Noruega, ambientalistas menores de 25 años, perdieran la primera batalla de lo que se ha convertido en una lucha legal a largo plazo con el Estado noruego.
La razón es el petróleo.
El pasado 4 de noviembre este enfrentamiento llegó a un punto clave cuando las dos partes acudieron a una audiencia final en la Corte Suprema de Noruega.
Thor y sus compañeros activistas quieren que su país tome un nuevo rumbo: obligar a uno de los Estados más ricos del mundo a abandonar su mayor fuente de ingresos.
Dicen que el petróleo y el gas que se extraen de las aguas noruegas, para venderlos al resto del mundo, está contribuyendo al devastador cambio climático.
Noruega es el segundo mayor productor de petróleo de Europa, después de Rusia.
Compromiso constitucional
Los activistas argumentan que cuando en mayo de 2016 emitió nuevas licencias para la exploración de petróleo en el Ártico, el Estado violó su obligación constitucional de garantizar un medio ambiente limpio para sus ciudadanos y las generaciones futuras.
El grupo, junto con miembros de Greenpeace Noruega, perdió el caso inicial: el fallo judicial explicó que Noruega no podía ser considerada responsable de la contaminación más allá de sus fronteras.
También perdieron una apelación posterior, y en este caso, el tribunal dictaminó además que el Estado no estaba contradiciendo su Constitución, aunque esta vez concedió que Noruega debería rendir cuentas por sus emisiones extranjeras.
Pero en Noruega un caso judicial se puede apelar dos veces, de ahí la vista final en la Corte Suprema.
Thor pasó sus primeros años de vida navegando con su padre, zigzagueando por el Mar del Norte para evitar las zonas de exclusión de las diversas plataformas, una experiencia que lo acercó a la industria a la que ahora está demandando.
El petróleo es un tema delicado en Noruega.
A la industria petrolera, de propiedad mayoritariamente estatal, se le atribuye la transformación del país desde una nación pesquera pobre a la propietaria del mayor fondo soberano del mundo.
Si todos sus ciudadanos dejaran de trabajar, podrían vivir del dinero del petróleo durante tres años.
Se estima que la producción de petróleo de Noruega representa aproximadamente el 0,7% de las emisiones globales de combustibles fósiles, lo que convierte al país en la fuente de aproximadamente 100 veces las emisiones de gases de efecto invernadero per cápita del promedio mundial.
Y, sin embargo, Noruega tiene unas credenciales ecológicas impresionantes en otros aspectos.
La paradoja noruega
Fue la primera nación industrializada en ratificar el Acuerdo de París sobre el cambio climático, que se compromete a intentar limitar la subida de las temperaturas globales a 1,5°C por encima de los registros de la época preindustrial.
También es un donante importante del Fondo Verde para el Clima, que financia iniciativas ambientales en países en desarrollo, y se ha comprometido a que el dinero de su fondo petrolero nunca se invertirá en empresas que considera particularmente perjudiciales para el medio ambiente.
Noruega también tiene el uso per cápita más alto de autos eléctricos de todos los países del mundo: el 42,4% de los autos vendidos en 2019 fueron eléctricos.
“La paradoja noruega es que su liderazgo en algunos aspectos de la emergencia climática global se debe a la riqueza generada por una gran industria petrolera”, dijo David Boyd, relator especial de las Naciones Unidas sobre el medio ambiente y los derechos humanos, en un informe de 2019.
Expertos en perforación marina
Thor pasó gran parte de su vida universitaria como voluntario para ayudar a preparar los dos primeros casos judiciales.
A pesar de que finalmente se unieron dos organizaciones más, solo había un puñado de personal remunerado; todo lo demás lo hicieron voluntarios.
Él y otros miembros de Naturaleza y Juventud se sumergieron en el tema y se convirtieron en expertos en perforación marina y petróleo.
“Pasaron seis meses antes de que mis padres se dieran cuenta de que en realidad no estaba estudiando”, dice.
Thor creció en la pequeña ciudad de Molde, donde muchas personas trabajan directa o indirectamente en la industria del petróleo.
“Se esperaba que los mejores estudiantes se convirtieran en ingenieros petroleros”, dice sobre sus días escolares.
Emma Bugge Gjerdevik, líder local de Naturaleza y Juventud, siente esta presión aún más intensamente.
Es de Stavanger, que era una comunidad pesquera en apuros hasta que en 1969 se descubrió petróleo en la plataforma continental cercana.
Ahora es una de las ciudades más ricas de Noruega, con la tasa per cápita de trabajadores del sector petrolífero más alta del país.
La ciudad más rica
“Es imposible no conocer a alguien que trabaje en el petróleo”, dice la joven de 17 años sobre Stavanger, incluida su propia madre.
“Las únicas fuentes de información que tienes cuando eres pequeño son la escuela y tus padres, que a menudo trabajan en la industria petrolera”, agrega.
“Nadie habla sobre las consecuencias del petróleo”.
Cuando fue consciente de lo que sucedía con el cambio climático, Emma se asustó.
Lo único que podía hacer, dice, era involucrarse en el tema.
“Muchos jóvenes nos dicen: ‘No puedo pertenecer a Naturaleza y Juventud porque mis padres trabajan en el petróleo'”, dice Emma.
“Yo intento explicarles que también debemos comenzar a explorar otras alternativas de suministro y de energía”.
Emma y Thor están frustrados por la forma en que los adultos reaccionan a sus argumentos. Les invita a reuniones importantes, dicen, y les dicen lo bueno que es que se interesen por estos temas, pero sienten que las invitaciones son solo simbólicas.
“Los adultos a menudo piensan que saben más [sobre el tema del petróleo] simplemente porque son mayores”, dice Emma. “Pero nosotros tenemos recursos”.
Emma recuerda a un gestor de la industria del petróleo con el que estuvo debatiendo y que finalmente la acusó de convertirlo en “un villano”.
Pero ella ve al Estado noruego como el verdadero villano. Es quien toma las decisiones sobre la extracción del petróleo.
“El crudo es absolutamente increíble”, dice Emma.
“No hay otro recurso como este. Ha contribuido a tantas cosas buenas. Es una red de seguridad. Es por eso que las generaciones mayores tienen dificultades para pensar más allá de él”.
Orgullosos trabajadores del petróleo
La tendencia general entre la población de Noruega, que regularmente es encuestada para conocer su opinión sobre el tema del petróleo, revela que poco más de la mitad apoya la perforación.
“La industria del petróleo ha sido uno de los principales motores de la economía noruega durante más de 50 años”, dijo la primera ministra Erna Solberg en un comunicado esta primavera.
“Si perdemos el potencial de crecimiento de esta industria, también perderemos gran parte del impulso de la transformación de Noruega”.
Pero a medida que aumentaba la preocupación sobre el cambio climático entre la población noruega, los medios de comunicación del país comenzaron a escribir sobre la contradicción que implica ser tan intensivos en la extracción de petróleo y al mismo tiempo intentar frenar el cambio climático.
En 2019, el electricista del sector petrolero Idar Martin Herland creó el hashtag #stoltoljearbeider (#trabajadorpetroleroorgulloso) para desafiar esta opinión.
“Vi que mis colegas se sentían desprotegidos”, dice.
“Pero producimos algo que el mundo necesita”.
La gente critica a los trabajadores petroleros, pero eso es injusto, agrega.
“Estas mismas personas conducen coches [de gasolina]”.
La energía verde “no está lista”
Hilde-Marit Rysst, que solía trabajar como técnica de plataformas petrolíferas y ahora es la líder del sindicato del que es miembro Idar Martin, resalta que los trabajadores petroleros también se preocupan por el planeta, pero la gente debe ser realista.
“La energía verde aún no está lista [para satisfacer todas nuestras necesidades]”, dice Hilde-Marit.
“Durante mucho tiempo, las energías renovables tendrán que ir de la mano de los combustibles fósiles”.
“Los jóvenes están ansiosos e impacientes”, agrega Idar Martin.
“Pero tenemos que ir paso a paso”.
Y el negocio petrolero noruego lo está intentando.
Las actividades de perforación en alta mar han estado sujetas a un impuesto al carbono desde 1991, y para 2018, alrededor del 80% de las emisiones de gases de efecto invernadero estaban gravadas.
Noruega es uno de los líderes mundiales en captura, utilización y almacenamiento de carbono.
“El petróleo noruego es el petróleo más verde del mundo, el mejor de lo peor, y las ganancias las invertimos en el medio ambiente”, dice Hilde-Marit. “¡No podemos ser criticados por eso!”
Sostiene que mientras crezca la demanda de energía, Noruega está cumpliendo un papel valioso.
Las generaciones futuras también querrán automóviles y teléfonos móviles, dice.
Pero Thor y Emma creen que es posible reducir el consumo.
“En una Noruega post era del petróleo, puede que no tengamos el mismo progreso económico, pero es mucho más importante para mí poder respirar, tener hijos con la conciencia tranquila, que Noruega sea el país más rico del mundo”, dice Emma.
“Si ni siquiera el país más rico del mundo puede comenzar a reformar su economía, ¿quién lo hará?”
Thor recuerda que los países vecinos de Noruega fueron capaces de crear sociedades florecientes sin los beneficios económicos del “oro negro”.
“Suecia y Finlandia han logrado construir un Estado de bienestar sin petróleo”, dice.
“Tendremos que eliminar algunos de nuestros hábitos más lujosos y extravagantes si no contamos con el petróleo, frenar un poco”.
Incluso si Emma y Thor no ganan su caso en la Corte Suprema, creen que llevar esta discusión a una instancia tan relevante es valioso.
Alrededor de 90 países tienen constituciones similares a las de Noruega que reconocen explícitamente el derecho a un medio ambiente saludable.
Thor y Emma esperan que su caso siente un precedente internacional.
¿Y si ganan?
“La situación cambiaría radicalmente”, dice Thor.
“Demostrará que Naturaleza y Juventud tuvieron razón desde el principio. Tendrían que escucharnos”.