La cantidad de líderes indígenas asesinados en las regiones peruanas de Ucayali, Pasco y Huánuco creció en los últimos meses. Esto preocupa fuertemente, ya que se apunta a que resultaron víctimas de traficantes de drogas que invadieron sus territorios.
Según estiman los medios locales, hay, por lo menos 67 “narcopistas’” clandestinas. Así lo detectaron Earth Genome y Mongabay Latam empleando información satelital de fuentes oficiales e inteligencia artificial.
Líderes indígenas asesinados: la principal teoría
Según señalan, Ucayali, es una región que se convirtió en un nuevo foco del narcotráfico en el país.
Pero este pedido de auxilio es uno de los tantos que llegan desde distintas localidades indígenas de la selva peruana que viven “cercadas por la ilegalidad”. Mongabay Latam, como parte de una investigación de un año, logró rastrear en total 128 pistas de aterrizaje ilegales en seis regiones de la Amazonía peruana: Ucayali, Huánuco, Pasco, Cusco, Madre de Dios y Loreto.
El trabajo de verificación posterior permitió confirmar la existencia y los episodios de violencia detrás de 76 de ellas.
Cada uno de esos trazos ilegales en el bosque fue detectado o corroborado por Earth Genome, una organización de California, Estados Unidos, especializada en el análisis satelital del territorio.
Ambas organizaciones tranajaron en conjunto en esta investigación, y contaron con el apoyo del Pulitzer Center. Los expertos desarrollaron una herramienta de búsqueda que utiliza inteligencia artificial (IA) para detectar pistas de aterrizaje clandestinas en tres regiones de la Amazonía peruana.
Cómo se hizo la investigación
Para que el análisis funcione, los equipos trabajaron con información de Open Street Map, con datos de pistas oficiales reportadas por el Ministerio de Transportes y Comunicaciones, y con muestras de narcopistas identificadas por la Dirandro y el Gobierno Regional de Ucayali.
Con toda esta información, la inteligencia artificial pudo rastrear patrones similares en el territorio.
Se le “pide a la inteligencia artificial que busque características similares en las imágenes de satélite”, explicaronn los especialistas.
“Imagina localizar un aeródromo desde el espacio en la Amazonía peruana, es como encontrar un palillo escondido en un campo irregular de fútbol, como ubicarlo entre la hierba, la maleza y la tierra desnuda”, detallaron acerca de las dificultades.
Una vez hecho el análisis satelital, cada pista detectada se verificaba con fuentes locales y oficiales por un equipo periodístico de Mongabay Latam.
Este confirmó la ubicación, extensión, uso, fecha de apertura, presencia dentro de espacios prohibidos (como áreas protegidas, reservas indígenas y concesiones forestales), así como la cercanía a vías y ríos.
Presencia del narcotráfico
El análisis satelital de las pistas clandestinas detectadas confirma la existencia de rutas del narcotráfico sólidas que, según sostienen, están fuera del control de las autoridades.
La facilidad con la que las pistas destruidas se vuelven a abrir es prueba de ello. Según el coronel PNP James Tanchiva, jefe de la División dé Maniobras Contra el Tráfico Ilícito de Drogas de Pucallpa, a los narcotraficantes apenas les toma una semana volver a operar si sus pistas son inhabilitadas.
“Las organizaciones que trafican drogas tienen una buena logística, tienen su brazo armado y tienen dinero. Esa es la realidad”, agrega.
Los asesinatos de líderes indígenas
Las pistas y los cultivos ilícitos de coca son la escena del crimen de al menos 11 líderes y pobladores indígenas, según la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos.
Aunque la cifra sube a 15 en el conteo de la Asociación Interétnica de Desarrollo de la Selva Peruana (Aidesep). Fuentes en territorio señalan, sin embargo, que no se están considerando aquellas muertes que no son reportadas por temor a represalias.
“Yo sé de dos hermanos indígenas asesinados en 2023 y de uno que ha desaparecido este año”, dice un dirigente de una importante federación indígena de la zona, que pidió la protección de su nombre.
Las matanzas y desapariciones son parte de la violencia con las que les toca convivir a 28 líderes indígenas que están bajo amenaza en las tres regiones. Así lo reveló el mapeo realizado por la Organización Regional Aidesep Ucayali (ORAU).
La investigación permitió confirmar también que las 67 pistas de aterrizaje clandestinas sirven al narcotráfico.
Algunas comunidades se vieron obligadas a compartir su territorio con colonos que trabajan en los cultivos ilegales, que tienen a su cargo el traslado de los cargamentos de droga, que vigilan los laboratorios o habilitan nuevas pistas.
“Cuando va a aterrizar una avioneta para ser cargada de droga, todo el tránsito se paraliza. La población también. No pasa muy seguido, pero así vivimos”, narra un dirigente amazónico que vivía en una comunidad de la provincia de Atalaya y que tuvo que abandonar su territorio por seguridad.
Sin embargo, combatir a un enemigo tan poderoso sin ayuda es imposible. Las organizaciones criminales, explican los expertos, se reestructuran todo el tiempo y cambian de estrategias. Ahora, por ejemplo, tercerizan algunas de las tareas de la cadena de ilegalidad, lo que vuelve más difícil para la policía y el ejército dar con los responsables.
“Deberían hacer un centro de operaciones tipo VRAEM en Ucayali porque ya es insostenible lo del narcotráfico. Hemos aprendido a convivir, mientras no nos metamos con ellos”, cuenta a Mongabay Latam el representante de una concesión forestal en la que se detectó una pista de aterrizaje clandestina.
A pesar de las denuncias presentadas por el concesionario, asegura que las autoridades no han actuado.
“Hay 36 líderes indígenas asesinados (desde el 2013) y este número va a aumentar mientras no se resuelvan los problemas de raíz. Esto va a continuar”, señala Miguel Guimaraes, vicepresidente de la Aidesep.
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