Había sido encontrado a fines de marzo con la mandíbula lastimada y llena de gusanos. Después de dos meses de intensa rehabilitación, volvió a su hábitat en el Delta del Paraná. Es una especie que está en peligro de extinción.
Después de dos meses de rehabilitación en un refugio del partido de Escobar, un ciervo de los pantanos de 120 kilos volvió a su hábitat natural en el predio protegido El Oasis, en el Delta del río Paraná.
Cuando lo encontraron y rescataron, a fines de marzo, el imponente macho adulto de siete astas había sido arrojado en un camino, dentro de las instalaciones de la empresa forestal Arauco, en el partido de Zárate.
Fueron los mismos trabajadores de la industria quienes lo hallaron y dieron aviso para activar el protocolo de acción del Comité Científico Técnico Ciervo de los Pantanos (CCCP), una entidad dedicada a salvar a esta especie.
Expertos de la Brigada de Control Ambiental (del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación) y del Centro de Recuperación de Especies de la Fundación Temaikén (CRET) acudieron al auxilio del animal, que es el más grande rescatado en el Delta hasta ahora.
“Nos llamaron desde Arauco para decirnos que encontraron un ejemplar que estaba sobre un camino. Cuando acudimos vimos que el animal estaba echado con un montón de moscas sobre la cabeza. Lo que tenía era una bichera, una herida en el pómulo que estaba llena de gusanos y moscas”, comentó el supervisor del bioparque Temaikèn, Martín Falzone.
Los especialistas evaluaron la situación y consideraron que el animal no estaba en condiciones de reinsertarse solo a la naturaleza, por lo que decidieron llevarlo al centro de rescate de Temaikén.
“Realmente el animal estaba mal. Nosotros podríamos haberle sacado los insectos de la boca, pero después de cinco días las moscas vuelven porque es parte del ciclo biológico, entonces sabíamos que para liberarlo de nuevo, la herida tenía que estar cerrada”, explicó Falzone sobre el estado del ciervo.
“Hicimos todo un operativo, lo tuvimos que sedar con un dardo y, una vez que el animal se durmió, atendimos la primera parte, que fue extraerle los insectos, estabilizamos al ciervo y lo llevamos”.
El Centro de Recuperación de Temaikèn se ubica a un kilómetro del bioparque y recibe animales que son víctimas del tráfico ilegal, mascotismo y cacería. Es un predio que no está abierto al público. En ese lugar se lleva a cabo el proceso comportamental y sanitario del animal con los veterinarios, nutricionistas y especialistas del centro.
“Con las especies que son silvestres promovemos no generar una ‘impronta’, es decir, que los animales asocien a las personas como algo bueno, por eso es tan importante trabajar en aislamiento, para que no haya ningún estímulo positivo con los seres humanos. Si ellos terminan con buena relación con las personas, puede resultar contraproducente”, señaló Paula González, directora de Conservación, Educación e Investigación.
Con respecto a la alimentación, el equipo de Temaikèn se encargó de brindarle al ciervo una nutrición adecuada para su recuperación. Diariamente consumía tres cajones de achicoria, acelga y kale, y el equivalente a un árbol de pequeño tamaño de mora que se cortaba fresco.
Cuando el cérvido recuperó su salud y el comportamiento silvestre, comenzó el protocolo para la liberación nuevamente. “Lo seguiremos vía satélite, gracias a un transmisor GPS que nos envía su posición en tiempo real. Así podremos saber cómo se está readaptando a la vida en el Delta y obtener valiosa información para conocer a los de su especie”, afirmó el director de Proyecto Pantano, Javier Pereira.
Además, señaló que “esa información también es clave para poner en valor a este monumento del Delta a través de actividades de difusión y educación ambiental”.
Los empleados de Arauco decidieron nombrar al ciervo “Aukán”, que significa guerrero. “Es un luchador de la vida, a pesar de todo”, explicaron desde la compañía.
Ahora, el animal se encuentra en su hábitat natural en el predio protegido El Oasis, en el Delta del río Paraná, donde fue liberado días atrás.
El ciervo de los pantanos es una especie en peligro de extinción y fue declarada monumento natural, figurando con la máxima protección legal que la provincia de Buenos Aires otorga a una especie silvestre.
Desde Temaikèn también llevan a cabo trabajos de educación ambiental con colegios sobre la protección de los ciervos pantanos y del cuidado de otras especies.
“Lamentablemente en estos últimos meses estamos recibiendo, ya sea de animales muertos o en mal estado, llamados muy seguidos, prácticamente cada dos semanas tenemos alguna alerta. Hace tres semanas liberamos otra cría de una cierva pantano ‘Itatí’ en San Fernando. Es una problemática muy vigente y actual. Hace falta más control de las autoridades, sembrar conciencia y trabajar mucho. Necesitamos más parques naturales y más reservas”, concluyó Gómez Ríos.