Decenas de organizaciones científicas y culturales advierten a los gobiernos de Colombia, Costa Rica, Honduras, Jamaica, Nicaragua y Panamá sobre las consecuencias catastróficas de la creciente degradación de los corales en el Caribe sur occidental.
Según los ecologistas que apoyan el pacto, la degradación del coral podría generar un colapso de dimensiones incalculables, en menos de una década, y que podría transformar el caribe en un mar muerto, de agua y sal.
Proponen aumentar la actual reserva de la Biosfera Seaflower mediante una cooperación transfronteriza entre los seis países, que incluye la creación de una red científica y académica, y la apertura de un banco de proyectos comunitarios que recibirán financiación internacional.
En una alianza histórica entre pueblos creoles, comunidades indígenas y ONGs de los seis países del caribe sur occidental, contando con el apoyo de diversas organizaciones ecologistas y científicas internacionales, han publicado hoy dos manifiestos para extender y proteger la actual Reserva de la Biósfera Seaflower, donde solicitan a los gobiernos Colombia, Costa Rica, Honduras, Jamaica, Nicaragua y Panamá acciones urgentes para evitar un colapso de los ecosistemas caribeños cuyas consecuencias serían catastróficas.
Bajo el eslogan “One sea, one future” la iniciativa ciudadana y académica propone de forma urgente un gran pacto ambiental transfronterizo para ampliar, recuperar, restaurar y conservar la riqueza ecológica de la región que, más allá de su potencia paisajística y ambiental, representa el sustento económico de siete millones de personas.
Para Leonardo Anselmi, director de la Delegación para el Sur de Europa, Latinoamérica y Caribe de la Fundación Franz Weber, “hoy el Caribe es uno de los puntos críticos de degradación ambiental global, con un colapso inminente en los próximos 10 años, el cual puede convertir un mar de biodiversidad en una gran bañera de agua y sal”. El actual Seaflower, con más de 180.000 kilómetros cuadrados, es el tercer sistema coralino más grande del mundo.
La sobrepesca, el cambio climático, los sedimentos de la agroindustria y el modelo turístico están ahogando el ecosistema que sostiene la identidad, la historia y la cultura de los pueblos creoles del caribe. “Estamos dividiendo políticamente lo que ambientalmente no puede ser dividido. Lo mismo sucede con la realidad cultural, el pueblo creole es una gran familia viviendo en diferentes casas, esta campaña pretende ser también un punto de encuentro y cooperación para ellos”, sostiene Anselmi.
Del Seaflower al Gran Seaflower
La actual reserva de la Biosfera inscrita en la UNESCO pertenece únicamente a Colombia, y protege 180.000 kilómetros cuadrados de maritorio. La propuesta impulsada en el manifiesto pretende multiplicar el área protegida llegando a casi 500.000 kilómetros cuadrados, y cuya administración estaría coordinada en un consorcio formado por Colombia, Costa Rica, Honduras, Jamaica, Nicaragua y Panamá.
El concurso de la UNESCO en esta iniciativa es fundamental, considerando que la figura de la reserva de biósfera es un esquema exitoso de conservación y sostenibilidad. Sería la primera vez en la historia que se pone en marcha una reserva transfronteriza de seis países, pues la administración de las reservas de biósfera nunca ha superado la participación de más de tres países. En el mundo existen cuatro reservas de biosfera transfronterizas a tres partes. Una está en Centroamérica.
Banco de proyectos y red científica
La propuesta tiene una clara reivindicación institucional, donde se pide a los gobiernos de los seis países involucrados la firma de un acuerdo de cooperación transfronterizo, algo que marcaría un hito eco geopolítico. Pero va mucho más allá incluyendo el empoderamiento de las comunidades, a través del tejido cultural y asociativo. En la página web granseaflower.com, se abrió un espacio para inscribir proyectos de conservación, restauración, reconversión de sectores y actividades, desarrollo comunitario y cultural, para programas de investigación científica en la región, de modo que estos puedan ser apoyados económicamente por la comunidad internacional.
“Esta parte de la propuesta es fundamental”, señaló Mateo Córdoba, Investigador para Colombia de la Fundación Franz Weber y coordinador técnico de la campaña. “Sin ella todo lo demás no tendría sentido, es la gente la que cuida a la gente y al planeta, solo necesitan pequeños empujoncitos. Con este banco de proyectos esta iniciativa se vuelve genuinamente comunitaria”.
La propuesta incluye una dinámica de conversación, diálogo e intercambio de conocimiento entre las Universidades y organizaciones científicas, para generar una sociedad del conocimiento científico alrededor de un proyecto común, que es evitar el colapso ambiental de la región. Además de la cooperación entre gobiernos, la campaña propone una tríada que constituye un marco civil, cultural y académico científico, de modo que su pervivencia y sostenibilidad en el tiempo no dependa únicamente de los acuerdos de la política institucional de los Estados participantes.