Japón, reconocido mundialmente por su liderazgo en innovación tecnológica, vuelve a marcar tendencia con la implementación de pisos piezoeléctricos en espacios públicos. Esta tecnología permite transformar los pasos en electricidad, convirtiendo el tránsito cotidiano de peatones en una fuente de energía limpia y renovable.
El sistema se basa en el principio de la piezoelectricidad, descubierto en el siglo XIX por los hermanos Pierre y Jacques Curie, quienes identificaron que algunos materiales —como el cuarzo— pueden producir carga eléctrica al ser sometidos a presión mecánica. En su versión moderna, se utilizan materiales cerámicos o polímeros piezoeléctricos instalados bajo baldosas, que convierten la energía mecánica de los pasos en electricidad.
Tecnología aplicada al movimiento diario
Cada pisada genera una pequeña cantidad de energía, pero en lugares con gran circulación de personas, el efecto acumulativo puede ser considerable. Esta energía se puede almacenar o utilizar en tiempo real para alimentar iluminación LED, pantallas informativas y otros dispositivos de bajo consumo.
Uno de los casos más emblemáticos es la estación de Shibuya, en Tokio, donde desde 2008 los paneles piezoeléctricos instalados en las entradas alimentan parte del sistema de iluminación. Lo mismo ocurre en el Aeropuerto de Narita, donde esta tecnología aprovecha el flujo constante de viajeros.
Durante eventos masivos como festivales, Japón también implementó superficies piezoeléctricas temporales para alimentar equipos de sonido o luces, reduciendo el uso de generadores tradicionales y disminuyendo el impacto ambiental.

Beneficios y limitaciones de una energía que camina con nosotros
La piezoelectricidad representa una alternativa prometedora dentro del desarrollo de ciudades inteligentes. No solo ayuda a reducir la huella de carbono, sino que también permite aprovechar el movimiento humano como fuente de energía sostenible, algo especialmente valioso en zonas densamente pobladas.
No obstante, esta tecnología también enfrenta desafíos. Cada paso produce muy poca electricidad, por lo que su eficacia depende de la cantidad de personas que transiten por la zona. Además, los costos de instalación y mantenimiento aún son elevados, lo que limita su expansión a gran escala.
A pesar de ello, los avances tecnológicos podrían reducir estos costos en el futuro, abriendo la puerta a su adopción en más ciudades del mundo. Japón ya explora la integración de esta tecnología con otras fuentes renovables, como la solar y la eólica, con el objetivo de desarrollar sistemas híbridos más eficientes.
La experiencia japonesa en este campo sirve como referencia para otros países que buscan soluciones energéticas innovadoras. Convertir la energía del movimiento cotidiano en una herramienta sustentable es un paso más hacia el diseño de ciudades más limpias, inteligentes y resilientes.

El estiércol es considerado en Japón una nueva fuente de energía limpia
Lo que antes era un desecho problemático ahora se transforma en una fuente de energía limpia. Investigadores en Japón desarrollaron una tecnología innovadora para obtener hidrógeno verde a partir del estiércol de vaca, una solución que no solo reduce la contaminación ganadera, sino que también acelera la transición hacia fuentes energéticas sostenibles.
El proceso comienza con la recolección del estiércol, que se introduce en biodigestores, donde las bacterias descomponen la materia orgánica en ausencia de oxígeno. Como resultado, se genera biogás, compuesto en su mayoría por metano. Este gas se somete a un proceso de reformado con vapor de agua a altas temperaturas, obteniendo así hidrógeno y CO₂.
Para que el procedimiento sea sostenible, el CO₂ se captura y almacena, evitando su emisión a la atmósfera. Además, los residuos sólidos remanentes se reutilizan como fertilizante natural, cerrando un ciclo de economía circular en el que cada subproducto encuentra una aplicación útil.
El impacto ambiental de esta tecnología es significativo. La ganadería es responsable de grandes emisiones de metano, un gas con un efecto invernadero hasta 25 veces más potente que el CO₂. Transformar el metano en hidrógeno no solo evita su liberación al ambiente, sino que también proporciona un combustible limpio, cuyo uso en vehículos e industrias no genera emisiones contaminantes.
Fuente: Defonline.