La batería líquida más grande del mundo es china y quiere dar energía a 200.000 hogares al día

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Tras cinco años de desarrollo, la ciudad china de Dalian acaba de conectar a la red eléctrica una central de almacenamiento de energía mediante batería de flujo líder en el mundo en su categoría, de la que se espera que sea capaz de alimentar hasta 200.000 hogares cada día.

Se pondrá en marcha este mismo mes, con una capacidad inicial de 400 MWh y una producción de 100 MW. Esta central con baterías de flujo de vanadio no solo servirá de banco de energía para la ciudad donde se establece, sino que ayudará a la adopción de fuentes de energía renovables en la región como la eólica y la solar.

Años de ventaja y una oportunidad bien aprovechada

No es un proyecto en ciernes ni una promesa lejana: China ya tiene en marcha un sistema de almacenamiento de energía basado en baterías de flujo de vanadio, cuyo diseño primigenio podría decirse que es original de EEUU a principios de los años 2000.

Entonces, un grupo de investigadores estadounidenses empleó años de trabajo y 15 millones de dólares de dinero público en desarrollar un nuevo diseño de batería de vanadio que era el doble de potente que otras con la misma tecnología y acabó siendo cedido a China.

El gigante asiático no ha perdido el tiempo, y ya ha conectado a la red eléctrica la mayor de las centrales de su categoría en el mundo, con baterías de flujo de vanadio perfeccionadas que, a diferencia de las baterías de iones de litio (habituales en los vehículos eléctricos y los smartphones actuales), utilizan tanques de dimensiones considerables para almacenar energía química.

Esto es posible, entre otras cosas, gracias a los electrolitos líquidos de las baterías, que pueden convertirse en electricidad haciendo pasar el fluido a través de una membrana especial.

Según publica la Academia de Ciencias de China, estas baterías de flujo serán una solución de almacenamiento de energía relativamente barata y atractiva, sobre todo cuando intervienen en la ecuación energías renovables.

Y es que este sistema “puede almacenar energía eólica y solar durante meses, que puede ser utilizada para hacer frente a los picos de demanda de energía en las ciudades”, sirviendo de banco de energía.

Estas baterías de flujo de vanadio, también denominadas “baterías de flujo redox” (“red” de reducción y “ox” de oxidación de electrones o liberación) ya se utilizan en Europa hace algo más de un lustro. De hecho, en el noroeste de Alemania unas cavernas de sal subterráneas situadas en Jemgum albergan a una batería de flujo.

Esta produce hasta 120 MW, que aunque es más de lo que producirá inicialmente la batería china, pronto se verá superada. Y es que la central de Dalian está diseñada para pasar a producir 200 MW a corto plazo, con una capacidad de 800 MWh.

Los responsables del proyecto esperan que este “sirva de demostración de cómo las baterías de flujo pueden mejorar la fiabilidad y gestionar los picos de demanda energética en China”, y de paso, podría ayudar al país más contaminante del mundo a reducir las emisiones de carbono.

Aunque ya está conectada a la red, la central china no empezará a funcionar hasta mediados de este mes, por lo que habrá que ver lo que sucede cuando lleve funcionando un tiempo cerca de su capacidad plena.

De momento, y tras muchos años de desarrollo, estas baterías líquidas tienen muchas ventajas sobre el papel respecto a las de iones de litio, que van más allá de la mayor densidad energética que prometen.

Entre las principales, encontramos que ni son inflamables ni explosivas, pues si los líquidos se mezclan accidentalmente, no pasa nada salvo un ligero aumento de la temperatura en unos pocos grados. Además, al no usar materiales raros ni materias primas escasas, son más baratas de producir.

Del mismo modo, son fáciles de recargar de forma rápida y además se pueden reciclar mediante un proceso simplificado. Sin embargo queda por despejar uno de los interrogantes más importantes, después del de su capacidad real: su fiabilidad a largo plazo.

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