A partir de 2035 el Ártico podría quedarse sin hielo en verano

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El hielo ártico podría desaparecer un día de septiembre de esta misma década. El hecho sería puntual y podría tardar años en repetirse.

A partir del 2035, el cambio climático puede haber avanzado lo suficiente como para que la falta de hielo deje de ser un fenómeno ocasional y pase a ser habitual. Así lo concluye el último artículo publicado este martes en la revista Nature Reviews Earth & Environment.

El trabajo, que considera que la falta habitual de hielo ártico se dará por primera vez en un mes de septiembre entre el 2035 y el 2067, recopila y sintetiza las conclusiones de estudios previos que han usado metodologías distintas. Es por ello que constituye la mejor estimación hasta la fecha de un fenómeno que los modelos climáticos llevan advirtiendo desde los años setenta.

La superficie helada en el océano Ártico varía con los meses del año, y el mínimo, cada vez menor, se alcanza habitualmente en septiembre. En 1980 fue de 7,5 millones de kilómetros cuadrados. En el 2023, de 4,5. La caída no es gradual, sino que la extensión mínima depende de las condiciones de cada año en particular. La tendencia, eso sí, es decreciente: la superficie mínima se reduce un 12,2% cada década, según datos de la NASA. El récord se alcanzó en el 2012, cuando cayó por debajo de los 3,5 kilómetros cuadrados.

“Las primeras condiciones [para un Ártico] libre de hielo son posibles bajo cualquier escenario de emisiones” y podrían darse esta misma década, expone Alexandra Jahn, investigadora de la Universidad de Colorado Boulder y una de las autoras de la revisión. Que ocurrirá es casi una certeza: la probabilidad de que lo evitemos es menor del 10% incluso en el supuesto más optimista, con un calentamiento global por debajo de los 1,5ºC.

El problema de las emisiones globales

Sin embargo, el camino que tomen las emisiones globales de gases de efecto invernadero de ahora en adelante determinará la frecuencia y la duración de esta falta de hielo. “Las futuras emisiones del mundo llevarán a océanos árticos fundamentalmente diferentes, con un rango que va desde los 5 meses de condiciones sin hielo cada año hasta una frecuencia ocasional”, asevera la experta.

“Aún hay mucho hielo por salvar en el Ártico si podemos limitar el aumento de temperatura global a 2ºC o menos”, concluye Jahn. En ese caso, los modelos apuntan a que la falta de hielo en el 2100 será habitual en septiembre y puntual en agosto y octubre. En cambio, en un escenario intensivo de emisiones, con una temperatura más de 3,5ºC superior a la de la era preindustrial, el supuesto libre de hielo abarcaría la mayor parte del año, desde mayo hasta enero.

Limitar el tiempo en que la zona permanezca descongelada es fundamental, entre otras cosas, para limitar el propio calentamiento global. El hielo refleja la luz —y por lo tanto el calor— proveniente del sol, mientras que la oscuridad del océano la absorbe, por lo que la falta de hielo agravará el cambio climático en un ciclo de retroalimentación.

Además, mamíferos como osos polares y focas, que necesitan de una superficie helada para sobrevivir, verán amenazada su forma de vida, mientras que para algunas especies de peces el deshielo será una oportunidad de colonizar nuevo territorio. Incluso los bosques boreales pueden ganar terreno al hielo en los puntos más norteños de los continentes, según un reciente estudio de Science. Todo ello está alterando, ya hoy en día, el entorno y las costumbres de las comunidades indígenas locales.

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