Los humedales son ecosistemas imprescindibles para la vida, por los servicios ambientales que prestan y por la biodiversidad, particularmente importantes en la Región Litoral, como es el caso de los Bajos Submeridionales. Sin embargo, sufren permanentes agresiones por la ambición desmedida del hombre, que ponen en riesgo su existencia.
El investigador principal del CONICET y especialista en humedales Doctor Rubén Darío Quintana denunció que hay una disminución de humedales, tres veces mayor que la pérdida de bosques, en el mundo.
Para resaltar su importancia y generar conciencia, la Comisión Nacional Justicia y Paz (CNJP), conjuntamente con los Equipos de Pastoral Social de las diócesis de Paraná, Santa Fe, Rosario, Reconquista y las Comisiones diocesanas de Justicia y Paz de Resistencia y Corrientes, presentó en videoconferencia un panel virtual de especialistas bajo el interrogante: ¿Por qué debería preocuparnos la conservación de los humedales?
La actividad que se desarrolló el 4 de noviembre tuvo en las palabras de bienvenida a cargo del Obispo de Lomas de Zamora, Monseñor Jorge Lugones, algunas consideraciones como punto de partida: “los humedales son áreas que se inundan temporalmente, donde el agua juega un rol fundamental para cuidar la vida, la biodiversidad. Para mantener el equilibrio de los ecosistemas de estos territorios hay muchos verbos que se asocian a los humedales: benefician, controlan, reponen, estabilizan, protegen, contienen, mitigan, depuran y restauran”.
Por su parte el investigador principal del CONICET, y especialista en humedales doctor Rubén Darío Quintana, hizo una reseña respecto de sus características y funciones: “los humedales son un grupo de ecosistemas muy variables, el agua es un factor común que define su estructura y funcionamiento. En muchos casos pueden ser transiciones entre sistemas terrestres y acuáticos”.
“También pueden ser depresiones, donde el agua está temporariamente, anegando el suelo pero en una matriz terrestre. A nivel global los humedales están distribuidos en todas las latitudes y en todos los climas. Tenemos distintos tipos de humedales como: manglares, vegas de altura, fluviales, turberas, costas marinas, embalsados, pantanos arbolados, lagunas altoandinas, pastizales inundables y marismas”.
Lo paradójico es que “a pesar de su importancia histórica y estratégica son considerados tierras de descarte, o lugares donde se crían plagas, tierras improductivas, o lugares que deben ser saneados”, sentenció.
Profundizó Quintana con datos reveladores: “Actualmente se habla mucho de la pérdida y degradación de bosques, pero mayor es la tasa de pérdida de humedales, tanto que entre 1970 y 2015 hubo una disminución de humedales, tres veces mayor que la pérdida de bosques naturales en el mundo, mayoritariamente asociados a procesos de urbanización del planeta. En el siglo XX la Convención Ramsar advierte por la pérdida de humedales a nivel mundial, que ronda el 70 %, con valores aún mayores en Asia. Entre 1970 y 2015 se registró un descenso global de aproximadamente un 35 %, más de tres veces la tasa media anual de pérdida de bosques naturales. Esto nos da una idea de la magnitud que tiene esta degradación y que se ha acelerado a partir del año 2000”.
“Entre las principales causas de degradación en nuestro país podemos encontrar el avance de la frontera agrícola, la sobre explotación de los recursos naturales, e introducción de especies invasoras, urbanizaciones, minería, viaductos, carreteras, represas, etcétera”.
A modo de ejemplo Quintana reseñó que en el bajo delta del Paraná, entre 1999 y 2013 se perdieron 88500 hectáreas de humedales. Eso equivale al 42 % del territorio, que se convirtió en forestaciones o pastizales ganaderos asociados a obras de manejo de aguas como terraplenes o endicamientos.
“En Argentina los humedales ocupan más del 21 % de la superficie del territorio. Los humedales proveen importantes servicios ecosistémicos a la sociedad, en primer lugar porque son reservorios de una alta biodiversidad, porque albergan el 40 % de las especies mundiales y el 12 % de todas las especies animales. En algunos casos con alta concentración de individuos, como el delta del Misisipi, donde pasan por año unas 100 millones de aves”, destacó.
Los humedales son proveedores de una gran cantidad de servicios ecosistémicos, tanto que en 1997, investigadores determinaron que los humedales suministran un total del 40% de los servicios con los que contribuyen todos los ecosistemas del planeta.
Para finalizar el investigador aportó un dato altamente significativo: “El otro gran beneficio de los humedales es su capacidad para la mitigación del cambio climático, porque son el principal reservorio de carbono a escala global (Patterson 1999). Los humedales retienen 770 gigatoneladas, contra 428 Gt de los Bosques Tropicales; 159 Gt de los Bosques Templados y 150 Gt que producen los agroecosistemas”.
Casi como una excepción en algunos lugares del mundo se están emprendiendo programas de restauración de humedales, como es el caso de los Esteros del Iberá, el humedal más grande de la Argentina y el segundo de Sudamérica. Que así como ha sido degradado por intervención antrópica, también ha logrado recuperarse como símbolo de la conservación y producción de naturaleza, donde ahora la intromisión humana está recuperado especies extintas, generando espíritu de pertenencia en la población, motivo de orgullo y empleo local; como sinónimos de bienestar y convivencia armónica entre el ser humano, el resto de los seres vivos y la naturaleza.
Texto: Horacio Torres