Lamentablemente, cada año los incendios forestales se vuelven una noticia más común en Argentina, especialmente en épocas de altas temperaturas. Esta crisis recurrente no fue una excepción en el comienzo de 2025, con focos activos que amenazan ecosistemas, hogares y economías locales.
En nuestro país, la temporada de incendios varía según la región geográfica, aumentando generalmente durante el verano, cuando las condiciones extremas suelen generar incendios de gran magnitud e intensidad.
De esta manera, los efectos del calentamiento global y el cambio climático hacen más frecuentes los eventos extremos de altas temperaturas, baja humedad relativa y fuertes vientos, creando una situación de alto riesgo que puede derivar en incendios de gran escala y difíciles de controlar.
Riesgo elevado de incendios en distintas provincias la Argentina
En los meses de verano, las provincias del sur enfrentan un alto riesgo de incendios forestales. Sin embargo, también las provincias de Entre Ríos, Corrientes, Misiones, Chaco y Buenos Aires deben tomar las precauciones necesarias, ya que el mayor riesgo de incendio en estas provincias se concentra de octubre a marzo.
Impacto de los incendios en Chubut y Río Negro
En la provincia de Chubut, entre el foco activo del Río Pico y Epuyén, se reportan 6.830 hectáreas afectadas, incluyendo bosques, matorrales y pastizales, según el Servicio Provincial de Manejo del Fuego.
En Río Negro, el Servicio de Prevención y Lucha contra Incendios Forestales informa que en el foco “confluencia” los incendios ya han afectado más de 2.800 hectáreas. Dentro del Parque Nacional Nahuel Huapi, se registran 10.764 hectáreas afectadas en el sector Los Manzanos y en el sector El Manso, y en el Parque Nacional Lanín, zona centro en el Valle Magdalena, se estima que fueron afectadas 4.100 hectáreas.
La influencia del reemplazo del bosque nativo
En algunas localidades de la región patagónica, el reemplazo del bosque nativo por especies exóticas, como diversas variedades de pinos, formó parte de una política forestal impulsada desde los años 60 para fomentar el desarrollo.
Sin embargo, en muchos casos, estas plantaciones no recibieron el manejo adecuado, con falta de podas, raleos y cosecha en los tiempos oportunos.
Además, su capacidad de expansión no fue controlada, lo que ha generado impactos en el paisaje y un aumento en la disponibilidad de material combustible. Esto contribuye a la propagación de los incendios forestales, aumentando el riesgo en la región.
La necesidad de medidas de prevención y respuesta ante esta crisis recurrente
“En lo que va del año, los seis focos activos más importantes de la región arrasaron casi 25 mil hectáreas, una superficie equivalente a más de un tercio de la Ciudad de Buenos Aires o más de 35.000 canchas de fútbol. La magnitud de la destrucción pone en evidencia la urgencia de implementar medidas de prevención y respuesta más efectivas para frenar esta crisis recurrente”, señaló Manuel Jaramillo, director general de Fundación Vida Silvestre Argentina.
Agregó: “No podemos seguir reaccionando únicamente cuando el fuego ya está fuera de control. La crisis climática exige un cambio de enfoque: necesitamos estrategias integrales que prioricen la prevención, la respuesta temprana, así como la restauración de las áreas incendiadas, además del combate activo de los incendios”.
Los incendios, que se encuentran entre los principales problemas ambientales que preocupan a la sociedad argentina, no solo destruyen ecosistemas, sino que también afectan cultivos y viviendas, comprometiendo la seguridad alimentaria y los medios de vida de miles de personas. Es fundamental que quienes resulten afectados reciban el apoyo necesario para su recuperación.
Marco legal en Argentina sobre los incendios forestales
En 2013 se creó por Ley de Presupuestos Mínimos Ambientales el Sistema Federal de Manejo del Fuego, que integra al Servicio Nacional de Manejo del Fuego, autoridades nacionales, las provincias, la Administración de Parques Nacionales y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
La ley establece que se deben elaborar Planes de Manejo del Fuego a nivel provincial, regional y nacional, para planificar la prevención y supresión del fuego, la coordinación entre jurisdicciones y la creación del Sistema Nacional de Alerta Temprana y Evaluación de Peligro de Incendio.
El Servicio presta asistencia cuando las jurisdicciones provinciales lo solicitan, proporcionando personal capacitado, recursos logísticos y operativos, y medios aéreos para combatir los incendios. Por otro lado, la Ley de Manejo del Fuego y la Ley de Bosques Nativos exigen la restauración de los ambientes incendiados.
El cambio climático y los incendios
Recientemente, la administración del Sistema Nacional de Manejo del Fuego pasó de la órbita ambiental al Ministerio de Seguridad. Sin embargo, la falta de un Plan Nacional de Manejo del Fuego, a pesar de estar establecido por ley, representa una grave deficiencia en la planificación para la prevención y supresión de incendios.
Actualmente, existen únicamente pautas y metas anuales que incluyen necesidades operativas, equipamiento, capacitaciones y servicios de medios aéreos, pero sin un Plan Nacional integral.
“Es urgente e importante que exista coordinación entre Nación y las provincias, así como entre los diferentes estamentos involucrados, para lograr una rápida respuesta ante el inicio de cualquier foco ígneo. También es clave consolidar y mejorar el Servicio Nacional de Manejo del Fuego, que no solo necesita recursos aéreos y terrestres, sino también personal con la seguridad laboral necesaria para estar a la altura del enorme desafío que implica prevenir y controlar incendios forestales o los llamados de interfase, que impactan en áreas rurales y urbanas de manera simultánea”, enfatizó Jaramillo.
El informe de WWF “Incendios, bosques y el futuro: una crisis fuera de control” señala que a nivel global el 75% de los incendios son causados por la actividad humana, ya sea de manera intencional o por negligencias. En este contexto, el cambio climático amplifica y agrava la crisis recurrente de los incendios debido a la falta de regulaciones, previsión y prevención.
Además, según el Servicio de Cambio Climático Copernicus, 2024 fue el año más cálido de la historia a nivel global. El planeta superó la temperatura de 1.5°C respecto de los niveles preindustriales, lo que genera eventos extremos como olas de calor, sequías prolongadas, intensas precipitaciones e inundaciones.
“La historia se repite, cada vez con mayor intensidad, afectando a la naturaleza, a las personas, a sus propiedades y a sus medios de vida. Bellos paisajes, hábitat de gran cantidad de biodiversidad, esfuerzo y sueños de ciudadanos y emprendedores se hacen literalmente humo y cenizas. Quienes inician intencionalmente el fuego son responsables; los funcionarios públicos nacionales y provinciales que no aseguran los medios para la prevención y control de estas anunciadas tragedias, también lo son”, concluyó Manuel Jaramillo.
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