Un grupo de ambientalistas protestaba esta tarde frente a la embajada de Japón, en pleno centro porteño. Reclamaban que en ese país se detenga la caza de delfines. Unos 20.000 son capturados cada año y vendidos tanto a oceanarios de todo el mundo como para el consumo de su carne.
Unas 150 personas entre ambientalistas, biólogos y veterinarios juntaron firmas y elevaron un petitorio que fue presentado ante empleados de la embajada, ubicada en un edificio en Bouchard y Lavalle.
‘Un delfín en cautiverio es un animal triste, que se transformó en un actor de circo involuntario. Sufre de enfermedades asociadas al encierro y su promedio de vida es sumamente inferior al que logran en la vida salvaje’, decía uno de los volantes repartidos por los organizadores, quienes desplegaron banderas y globos como forma pacífica de reclamo.
La misma medida, explicaron los manifestantes, tuvo lugar en simultáneo en más de 300 embajadas japonesas en todo el mundo. En Buenos Aires varias organizaciones prepararon la protesta a través de Facebook.
La Nación