Crece la preocupación de los científicos por el avance de la grieta en la Antártida, cuya longitud alcanza los 160 kilómetros.
El desprendimiento glacial equivale al tamaño de cinco canchas de fútbol por día y la consecuencia principal es que la barrera de hielo, al no estar asentada sobre roca, pierda su grosor y el bloque se rompa en témpanos más pequeños.
Un trabajo científico de 2005, pronosticaba que la barrera duraría cien años. Sin embargo, por los efectos del cambio climático, el impacto es más veloz que el previsto.