Desalinización: ¿una opción viable para la escasez de agua?

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A pesar de las críticas por su costo, consumo energético e impacto ambiental, los expertos afirman que la desalinización “es una industria en crecimiento”. De hecho, no ha dejado de aumentar en las dos últimas décadas.

“Y la razón es que la escasez de agua la está impulsando”, afirma Manzoor Qadir, director adjunto del Instituto Universitario de las Naciones Unidas para el Agua, el Medio Ambiente y la Salud.

En la actualidad, las plantas desalinizadoras eliminan la sal del agua mediante destilación térmica, que consiste en calentar el líquido y recoger el vapor, o mediante ósmosis inversa, en la que el agua se filtra al ser empujada a través de una membrana semipermeable.

Según Qadir, aunque las formas alternativas de abastecerse de agua dulce pueden desempeñar un papel importante -como lo es la inducción artificial de lluvias o el transporte de icebergs a regiones áridas- todavía no pueden responder plenamente a la demanda mundial de agua.

De las 16.000 plantas en funcionamiento en todo el mundo, el 39 por ciento se encuentran en Oriente Medio, que, junto con el norte de África, es la región con más escasez de agua del mundo.

Cada vez más eficiente

La desalinización consume mucha energía y la mayor parte procede de centrales eléctricas que funcionan con combustibles fósiles que emiten gases de efecto invernadero.

Sin embargo, el aumento de la eficiencia energética es uno de los factores que impulsan el crecimiento del sector, explica Hugo Birch, editor de desalación y reutilización de agua de Global Water Intelligence, una plataforma de información del sector.

La mayoría de las nuevas plantas utilizan la ósmosis inversa en lugar de procesos térmicos, lo que resulta mucho más eficiente desde el punto de vista energético, explica Birch.

Según algunas predicciones, los avances tecnológicos podrían reducir los costes del agua desalinizada en un 60 por cien en los próximos 20 años.

¿Al alcance de todos?

Más del 90 por ciento de la desalinización se realiza en países de renta media-alta y alta de todo el mundo, a pesar de que se prevé que los países más pobres, como los del África subsahariana, se conviertan en “puntos calientes” de escasez de agua para 2050.

Y, pese a que se están desarrollando plantas desalinizadoras más pequeñas alimentadas por energía solar o eólica, Qadir no cree que estos productos lleguen a las comunidades más desfavorecidas, que son precisamente las que más lo necesitan.

¿Un futuro sostenible?

“La desalinización ha dado pasos importantes en los últimos años, pero aún quedan retos por superar antes de que pueda considerarse plenamente sostenible desde el punto de vista medioambiental”, afirma Argyris Panagopoulos, ingeniero químico de la Universidad Técnica Nacional de Atenas. Por su parte, Manzoor Qadir cree que la desalinización desempeñará un papel vital para hacer frente a la futura escasez de agua.

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