Ernst es un agricultor e investigador suizo con más de 40 años de experiencia y logros en el campo de la agricultura sostenible. A lo largo de su vida, Götsch ha desarrollado técnicas que concilian la producción agrícola con la regeneración del paisaje. El conjunto de principios y técnicas que desarrolló ha pasado a ser mundialmente conocido como Agricultura Sintrópica, y su aplicación práctica es evidente en la finca de Ernst (Bahía, Brasil), con la recomposición de 410 hectáreas de tierras degradadas, el resurgimiento de 14 manantiales y la reaparición de especies de fauna nativa. Además de su finca, realiza talleres y asesorías en todo el mundo.
La hacienda de Ernst Götsch en Piraí do Norte, al sur de Bahía, lleva el nombre Olhos D´Água (Ojos de Agua). El lugar realmente está haciendo lagrimear los ojos ante el exuberantes bosque, pero el nombre hace referencia a las 14 nacientes que rebrotaron en esas tierras gracias a las manos de este agricultor e investigador suizo de 69 años. Cuando Ernst se instaló en la región a principios de 1980, esa era la hacienda de Fugidos da Terra Seca (Fugados de la Tierra Seca), un área degradada que había sido deforestada para la extracción intensiva de madera y apertura de pasto, y luego abandonada.
Profundo entendedor de los sistemas naturales, Ernst se levantaba a las cinco de la mañana de lunes a domingo para hacer su revolución. En un año, plantó 500 hectáreas de bosque intercaladas con cacao, banana, hortalizas. Una década más tarde, los técnicos del Instituto Brasileiro do Meio Ambiente (Ibama) de Salvador quedaron sorprendidos al ver imágenes aéreas de la región y fueron hasta allí para entender lo que estaba sucediendo en la tierra del gringo, como lo conocen. Desde arriba, lo que se veía era un denso bosque que ocultaba una zona agrícola altamente productiva.
En áreas degradadas, la recuperación es acelerada por el depósito de materia orgánica en el suelo. Es común ver a Ernst con un machete en la mano, podando y cortando ramas que luego van a descomponerse, desarrollando hongos y bacterias que ayudan a fijar los nutrientes en el suelo, como el nitrógeno.
La siembra de cultivos agrícolas sucede junto con la de las plántulas y las semillas de árboles. Van creciendo, creando sombras y ayudando en la restauración de la fertilidad de la tierra. En un máximo de dos meses luego de la implantación, el agricultor ya comienza a cosechar legumbres y, más adelante, otros productos como piña, maíz, mandioca, y verduras, generando ingresos para invertir en la recuperación de la zona y en el desarrollo de nuevos cultivos.
Hoy en día, su granja exporta cacao orgánico de alta calidad, por un valor cuatro veces mayor que el producto convencional.
Todo en un ambiente autosustentable, libre de fertilizantes y pesticidas, en el cual la naturaleza produce el abono y la defensa que necesita.
El sistema adoptado por él, regeneró la fertilidad del suelo, reavivó las nacientes que habían desaparecido y trajo la lluvia de vuelta, generando un ciclo continuo de renovación. ¿Cómo fue hecho esto? «Trabajando junto con la naturaleza y no contra ella», responde Ernst. «Con estrategias que se asemejan al modo de funcionamiento de los ecosistemas naturales».
Este concepto, explica, considera que todas las especies son parte de un macroorganismo que funciona bajo la lógica de la cooperación y el amor incondicional a la vida. «Nosotros, seres humanos, somos parte de ese sistema», dice. “En vez de explotadores, podemos ser creadores de recursos”. Como verán tiene que ver con un proceso de potenciación de la capacidad creativa de la naturaleza.