Una investigación que busca determinar si la radiación y otros agentes contaminantes podrían estar contribuyendo al deshielo de los glaciares, en la que participa la Universidad de León (ULe), ha permitido descubrir nuevas especies para la ciencia en uno de los siete nevados de Ecuador.
El hallazgo fue realizado por un equipo de la Universidad Internacional SEK (UISEK) en Quito en colaboración con la Universidad de León, que investiga desde 2016 vertientes hídricas y glaciares mediante la utilización de diatomeas, unas algas microscópicas que tienen una estructura de sílice y esqueleto de cristal, consideras buenos indicadores de la calidad del agua.
Denominado “Índice biótico de la calidad del agua para el Ecuador utilizando diatomeas como bioindicadores“, el estudio es pionero en el país por el empleo de estos indicadores en los glaciares, explica la responsable de la investigación, Susana Chamorro, docente de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Ambientales de la UISEK.
“Queríamos saber qué está pasando en los glaciares de Ecuador trabajando con crioconitas, que son como lagunas que se forman dentro de los glaciares”, explica la investigadora.
Glaciares y vida
Los glaciares juegan un papel fundamental para el abastecimiento de agua al país y la macrocuenca amazónica.
Están expuestos a numerosos agentes contaminantes como depósitos de polvo, generalmente volcánico, que se acumulan transformándose a causa de la elevada radiación en pequeñas lagunas conocidas como crioconitas, en cuyo sedimento crecen esas algas unicelulares.
Estudios sobre glaciares en la Antártida han revelado que esos sedimentos aceleran el deshielo de los glaciares, lo que llevó a los investigadores a indagar si esas condiciones también se daban en los siete grandes de Ecuador, una de las principales hipótesis de la investigación.
La bibliografía conocida sobre glaciares apunta a que en condiciones extremas no suele haber mucha vida en los glaciares, algo que ha refutado la investigación en Ecuador.
“Nosotros hemos roto ese paradigma, en nuestros glaciares hay vida, pero más de la que se encuentra en otras condiciones naturales o ecosistemas parecidos”, refiere Chamorro.
De momento, en el volcán Antisana, de 5.700 metros, se han localizado “nuevas especies de diatomeas para la ciencia, no solo para Ecuador“, apostilló la investigadora jefa del estudio.
Ecosistemas desconocidos
Ubicado en la cordillera Real de Ecuador, es un volcán potencialmente activo y ha sido el primero en el que se han hallado nuevas especies de algas, cuya descripción aparecerá en una publicación de próxima difusión científica.
El equipo también está analizando el volcán Cotopaxi, de casi 5.900 metros, exploración aún en proceso pero que arroja ya diferentes componentes.
“Son ecosistemas que no han sido estudiados, y por ende, vamos a encontrar nuevas especies“, avanza la científica al subrayar la especificidad de unos glaciares con características únicas por encontrarse en el trópico y donde no hay una estacionalidad marcada.
Ecuador cuenta con siete coberturas glaciares: Antisana, Cotopaxi, Chimborazo, Cayambe, los Ilinizas (norte y sur), El Altar y el Carihuairazo, todos ellos ubicados en cráteres volcánicos que se ven afectados por el efecto invernadero.
La aspiración de los investigadores es estudiar los siete y concluir en 2023 con un estudio que pueda brindar una herramienta para los gestores del agua en el país.
¿Por qué de derriten los glaciares?
Otra línea es determinar si la presencia de las crioconitas, esas lagunas originadas por la acumulación de sedimentos arrastrados por los vientos, colaboran a fundir los glaciares.
“Es necesario conocer cada uno de los nevados para saber qué papel juegan las crioconitas, si existe alguna relación entre la radiación, el cambio climático y los glaciares“, concluye.
Entretanto, el polvo que han encontrado en esas lagunas glaciares es mayormente de origen volcánico y grueso, lo que no ha impedido la presencia de nuevas especies.
Entre las diatomeas encontradas en el Antisana han llamado la atención de los científicos unas propias de mares oceánicos, localizadas en un ecosistema de agua dulce y de forma abundante.
Una de las hipótesis -precisa Chamorro- es que los vientos procedentes de la costa o de la Amazonía hayan propiciado la aparición de esta forma de vida en lo alto del nevado, puesto que las muestras arrojan la existencia de más de mil individuos de diatomeas.