El calentamiento global amenaza el turismo alpino en Austria

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Poco antes de terminar los Juegos Olímpicos de Invierno en Pekín investigadores austríacos alertan de que el calentamiento global amenaza con reducir en las próximas décadas las cantidades de nieve en los Alpes, a tal nivel que peligra el turismo de invierno en algunas regiones de Austria.

Un estudio exhaustivo coordinado por el Instituto Central de Meteorología y Geodinámica (ZAMG) del país centroeuropeo asegura que incluso en el mejor de los escenarios la temporada de nieve natural se acortará en tres semanas de aquí al año 2040.

«En el enfoque optimista la temporada de esquí será tres semanas más corta que ahora, una disminución significativa, pero seguirá habiendo temporada de invierno», asegura Andreas Gobiet, coordinador del estudio.

Sin embargo, en el peor de los casos, los deportes de invierno dejarían de ser una actividad habitual a partir de 2040 en altitudes inferiores a los 1.000 metros.

Allí, el nivel de nieve disminuirá en un 75 %, lo que equivale a solo 30 días de nieve por invierno, lo que hará dificultará o hará directamente imposible, por ejemplo, la oferta de deportes como el esquí de fondo.

Todo dependerá, sin embargo, del cumplimiento de los objetivos del Acuerdo de París de 2015, que pretende limitar el calentamiento global en 2 grados.

En los últimos tres años, los investigadores de ZAMG analizaron en detalle la evolución de la nieve desde 1961 en todo el país para deducir el futuro climático.

El estudio, que lleva el nombre FuSE-AT («Evolución futura de la capa de nieve en Austria», en español), analiza dos posibles escenarios que le deparan al país si no se actúa contra el cambio climático.

Irresponsable no actuar

Según los investigadores, sería «una acción irresponsable» no actuar y adoptar una estrategia de «sostenibilidad económica» para mantener los beneficios del sector turístico.

Para Gobiet, Austria tiene dos opciones: «podemos decidir ir por el camino de la protección climática, más positivo, u otro no tan positivo».

En caso de no adoptar ninguna medida, la capa de nieve de las zonas por encima de 2.000 metros disminuiría en un 25% hasta 2100, lo que seguirá suponiendo 160 días de nieve por año, mientras que en zonas más bajas se reducirá incluso entre un 70 y 90%.

Así, las estaciones de esquí situadas por encima de 2.000 metros «no tendrán grandes problemas para afrontar esta situación».

Sin embargo, sucede lo contrario en las zonas más bajas, donde las consecuencias del calentamiento global serán «más drásticas» y se anticipa «mucha menos nieve en el futuro».

El camino más esperanzador

Los resultados de FuSe-AT muestran que cuanto más eficiente sea la protección climática, menor será la disminución de la capa de nieve.

«Se trata de un esfuerzo internacional. Si logramos limitar el calentamiento global, tendremos tres semanas menos de turismo de esquí, pero seguiremos teniéndolo todos los años», enfatizó Gobiet.

El coordinador de FuSe-AT remarcó que las condiciones de nieve dependen no solo del calentamiento global sino también regional.

«Los modelos climáticos no son robustos, por lo que no podemos deducir que el norte se vea más afectado que el sur, pero está muy claro que las altitudes y las pendientes muestran diferencias», explicó.

En los últimos 60 años, la duración de la nieve ha disminuido unos 40 días por año, en las áreas por debajo de los 1.500 metros.

«Esto es a lo que nos tendremos que afrontar y adaptarnos. La protección climática es buena para Austria, hay mucho que aún podemos evitar», concluyó Gobiet.

Nieve artificial

El turismo de invierno es uno de los sectores económicos más importantes de la república alpina, con un impacto económico superior al 7 % en el Producto Interior Bruto (PIB) del país.

Algunos estados federados, como Tirol y Salzburgo, basan gran parte de su riqueza en la recepción de cientos de miles de esquiadores y otros turistas entre los meses de noviembre y abril.

Cada vez más importante es el uso de la producción de nieve artificial, que exige bajas temperaturas y requiere grandes cantidades de agua.

«El esquí en los Alpes se apoya ya en hasta un 90 % en la nieve artificial, un método efectivo para mitigar los riesgos del calentamiento y la falta de nevadas», explica Gobiet.

En esta línea, añade que la nieve artificial «jugará un papel más importante en el futuro», aunque no es lo único que necesitarán las regiones alpinas para mantener el turismo, concluye el experto.

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