El cambio climático es un fenómeno global, pero sus efectos medioambientales pueden variar en función de los lugares. En la Antártida la capa de hielo ha disminuido en las últimas décadas y su extensión se ha acortado.
El pingüino Adelaida es un claro ejemplo de cómo el aumento de temperaturas puede afectarles. Según los científicos, liderados por la Universidad de Tasmania (Australia), esta especie forma colonias de anidamiento en tierra libre de hielo a lo largo de la costa antártica y ‘se sabe que son sensibles a los cambios en la extensión del hielo del mar, en el ritmo de la retirada de ese hielo y en la expansión de la glaciación’, dicen los investigadores en el trabajo que publica BMC Evolutionary Biology.
Sin embargo, durante los últimos 14.000 años, la población de pingüinos Adelaida se ha multiplicado por 135, a medida que los glaciares se han ido derritiendo y han dado paso a nuevos lugares donde encontrar alimento. El trabajo indica que las condiciones medioambientales son más favorables ahora que al final de la última edad de hielo.
En la actualidad, la Antártida oriental alberga el 30% de la población de estas aves, es decir 1,14 millones de parejas reproductoras.