¿Es posible la supervivencia humana sin abejas silvestres?

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Los científicos advierten que lo más probable es que estemos al borde de una sexta extinción masiva, que en este caso se deberá a las actividades humanas y sus consecuencias sobre el medio ambiente, la biodiversidad y el clima, que tarde o temprano acabará con la mayoría de la vida del planeta.

De hecho, hay listas de especies que ya están a punto de desaparecer, pero las abejas silvestres no están entre ellas, lo cual resulta preocupante, puesto que aun siendo poco conocidas resultan esenciales para mantener el delicado y frágil equilibrio ecosistémico global.

¿Qué son las abejas salvajes?

En todo el mundo hay aproximadamente unas 20.000 especies de abejas, de las que en España viven unas mil, la gran mayoría de las cuales son salvajes o silvestres, que son muy diferentes a las abejas melíferas (las que se crían en colmenas para obtener miel, cera, propóleo y jalea real).

Las abejas silvestres no pican, no viven en colonias ni producen miel. Cada individuo construye su nido y pone sus propios huevos. Las abejas silvestres son polinizadoras incomparables, puesto que resultan hasta cuatro veces más eficientes que las melíferas a la hora de transportar el polen de una flor a otra.

Esto se explica porque cada vez que abandonan el nido, sus huevos quedan a merced de los depredadores, por lo que resulta mucho más rápida y ágil que la melífera, que tiene una colmena bien cuidada, organizada y protegida a la que volver. El trabajo de polinización que realizan estos insectos es fundamental para las plantas silvestres, pero también lo es para los cultivos de todo tipo.

De hecho, se ha comprobado que la presencia de abejas silvestres en un campo, puede llegar a duplicar el rendimiento de frutas como la manzana o la pera y de verduras como los tomates, los calabacines o los pepinos.

En grave peligro

Gran parte de las actividades agrícolas humanas tienen un impacto negativo directo o indirecto sobre la biodiversidad y en el caso de las abejas silvestres, los insecticidas las debilitan o matan y los herbicidas y agroquímicos pueden provocarles graves trastornos neurológicos, malformaciones y hasta la muerte. Los monocultivos, los cambios en el clima, la urbanización, los incendios o la deforestación tampoco las ayudan en nada.

Además, se ha comprobado que estas solitarias abejas evitan acudir a aquellas áreas en las que se alimentan las melíferas, por lo que muchas veces se ven privadas de néctar y mueren, provocando que las plantas que dependen de ellas no puedan continuar sus ciclos reproductivos normales y su número y calidad mermen.

Educar para salvarlas

Lo que está claro es que, para poder protegerlas, primero hay que conocerlas, saber cuáles son sus hábitos, qué especies viven en cada entorno y cómo podemos cuidarlas y ayudarlas para que no desaparezcan, puesto que más del 40% de las especies de abejas silvestres ya están en grave peligro. Tener abejas en una zona no es garantía de polinización, puesto que hay estudios que han demostrado que cada especie de insectos tiene una determinada función dentro del ecosistema al que pertenece y ente abejas es imposible sustituir a unas por las otras, ya que hay cultivos que sólo polinizan las melíferas y otros que solo lo hacen las silvestres, por lo que no es bueno para el medio ambiente que desaparezca ninguna de ellas.

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