Científicos de la Universidad de Monash (Australia) y la Universidad de Lisboa han descubierto una nueva zona de subducción formándose cerca de la costa del sur de Portugal, un hallazgo que podría marcar el inicio de un ciclo que verá cerrarse el océano Atlántico con la unión de Europa y Norteamérica. El trabajo determina que esto podría ocurrir en unos 220 millones de años.
Las zonas de subducción son áreas en las que una placa tectónica se hunde bajo otra capa en un límite convergente. El estudio, publicado en ‘Geology’, ha detectado que una zona pasiva en el océano Atlántico se está convirtiendo en activa.
Concretamente, el equipo ha trazando cuidadosamente las fallas submarinas cerca de España y al oeste de Gibraltar, en una zona llamada el margen suroeste de Iberia . La zona ha dado lugar a varios grandes terremotos, como el terremoto de Lisboa de 1755, que mató a más de 10.000 personas y pudo haber enviado un tsunami todo el camino hasta el Caribe. Mediante este estudio, el equipo descubrió fallas inversas activas en todo el margen que, supuestamente, era pasivo.
‘Esto demuestra que el margen no será ya más pasivo y que está siendo reactivado, es decir, un nuevo límite de placa convergente se está formando’, ha señalado el autor principal del estudio, Joao Duarte, que ha denominado el descubrimiento como ‘una zona de subducción embrionaria’.
La subducción incipiente en la zona ibérica podría señalar el comienzo de una nueva fase del ‘ciclo de Wilson’, donde los movimientos de placas separan supercontinentes como Pangea, abren los océanos, luego se estabilizan y, por último, forman nuevas zonas de subducción que cierran los océanos y van juntando de nuevo los continentes dispersos.
Esta ruptura y reformación de supercontinentes han ocurrido al menos tres veces a lo largo de más de 4.000 millones de años en la Tierra. Esta subducción atraerá gradualmente la Península Ibérica hacia Estados Unidos en aproximadamente 220 millones años.
Según ha determinado los expertos, estos resultados proporcionan una oportunidad única para observar como un margen pasivo se convierte en activo, un proceso que tardará en culminar unos 20 millones de años. Incluso en esta temprana fase, el lugar hallado dará datos cruciales para refinar los modelos geodinámicos.
‘La comprensión de estos procesos sin duda proporcionará nuevos conocimientos sobre cómo las zonas de subducción pueden haberse iniciado en el pasado y cómo los océanos comienzan a cerrarse’, ha concluido el investigador.