Al respirar, los pulmones se llenan de aire, pero junto con el oxígeno también se inhalan agentes nocivos provenientes del medio ambiente.
Diariamente, el sistema respiratorio sufre las consecuencias de la contaminación del aire ocasionada por el tráfico vehicular y diversos procesos industriales.
“Cuando hablamos de contaminación ambiental nos referimos a partículas tanto sólidas como en medio gaseoso, generadas principalmente por la combustión producida por vehículos de motor, plantas de energía, fábricas y humo de cigarro”, indica el neumólogo Arnaldo Sarabia Sanjuanelo.
“En la última década, investigadores de la contaminación ambiental han confirmado el impacto que tiene sobre la calidad de vida, morbilidad y mortalidad respiratoria, y sobre el impacto económico en los sistemas nacionales de salud”.
Estudios epidemiológicos, publicados en diferentes fuentes médicas, han demostrado que existe una relación directa entre la contaminación del aire y una mayor exacerbación de asma bronquial, particularmente en niños. También se relaciona con un aumento en el riesgo de sufrir infecciones virales, especialmente en pacientes con antecedentes de enfermedades respiratorias, incluso con una predisposición a padecer enfermedades serias como cáncer de pulmón.
Los efectos nocivos de la contaminación del aire se suman al hecho de que los padecimientos pulmonares se acentúan en los extremos de la vida y en pacientes con el sistema inmunológico debilitado como aquellos con diabetes, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y secuelas de tuberculosis pulmonar, entre otros.
La manifestación clínica típica de este tipo de enfermedades son falta de aire, sibilancias, sensación de opresión en el pecho, tos seca irritativa y fiebre cuando se presenta un proceso infeccioso.