La Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) ha denunciado que el cambio climático afecta de forma “desproporcionada” a los ingresos de las mujeres rurales, a la población más empobrecida y también a las personas mayores.
“Las diferencias sociales basadas en la ubicación, la riqueza, género y edad tienen un impacto poderoso, aunque poco comprendido, en la vulnerabilidad de la población rural con respecto a la crisis climática”, ha explicado el director general de la FAO, Qu Dongyu.
Por ello, ha instado a dedicar más recursos financieros y atención política a cuestiones de inclusión, ya que si no se hace frente a estos desafíos, el cambio climático podría incrementar la brecha de género en el sector agrícola en los años venideros.
En concreto, en su nuevo informe ‘El injusto clima’ –que recoge datos de 100.000 viviendas en entornos rurales pertenecientes a un total de 24 países con ingresos bajos y medianos–, la FAO alerta de la creciente desigualdad existente dentro del sector de la agricultura en un contexto de cambio climático.
Así, apunta a que los hogares encabezados por mujeres pierden un 8 por ciento más de poder adquisitivo por el estrés que produce el calor en el entorno laboral y un 3 por ciento más por las inundaciones que las economías lideradas por los hombres en el entorno rural.
En total, esto representa unas pérdidas ‘per cápita’ de 83 dólares debido a las altas temperaturas en el trabajo y 35 dólares por las inundaciones. Así, la media de pérdidas en los países de ingresos bajos y medianos asciende, por estos motivos, a 37.000 millones de dólares y 16.000 millones de dólares, respectivamente.
La FAO también ha advertido de que leyes y políticas discriminatorias en numerosos países imponen a las mujeres una carga desproporcionada en materia de cuidados y responsabilidades domésticas, llegando a limitar incluso sus derechos a la tierra.
En este sentido, ha detallado que las mujeres propietarias de terreno son tan capaces como los hombres de adaptar prácticas agrícolas al clima, si bien pierden un 3 por ciento más de cultivos frente a sus compañeros hombres debido a la citada brecha.
Hogares empobrecidos y envejecidos
El informe recoge además que los hogares encabezados por jóvenes tienen más oportunidades laborales fuera del sector agrícola frente a economías familiares lideradas por personas más envejecidas, lo que hace que el impacto de los fenónemos metereológicos extremos sea menor en estos casos.
Asimismo, los ingresos promedio a nivel anual de los hogares encabezados por jóvenes aumentan un 3 por ciento más debido a las inundaciones y un 6 por ciento más debido al calor frente a aquellos liderados por población envejecida.
Por otro lado, la sobreexposición a altas temperaturas produce una pérdida de un 5 por ciento más –17 dólares ‘per cápita’– en los hogares en la pobreza frente a sus vecinos más enriquecidos. Además, el calor extremo obliga a las economías rurales empobrecidas a adoptar medidas inadecuadas, ha alertado a FAO, como la venta del ganado o la reducción del flujo de ingresos.
El informe refleja también que las temperaturas extremas empeoran las condiciones de trabajo infantil, con un incremento de 49 minutos en la jornada semanal de los menores que trabajan fuera del sector agrícola, lo que refleja, asimismo, el aumento en la carga laboral de las mujeres, según ha explicado la FAO.
Política y cambio climático
El organismo denuncia en su informe que solo el 6 por ciento de las 4.164 iniciativas políticas sobre cambio climático estudiadas en todos estos países mencionan a las mujeres, un 2 por ciento nombra a los jóvenes, menos de un 1 por ciento se refiere a la población pobre y un 6 por ciento alude a la agricultura en zonas rurales.
De la misma forma, un estudio realizado el pasado año por la FAO concluye que un 80 por ciento de las políticas de 68 países de ingresos medios y bajos no abordan la igualdad de género y las vulnerabilidades interseccionales frente al cambio climático.
En conclusión, el informe demanda a los Estados que inviertan en políticas y programas que enfrenten todos estos desafíos multidimensionales climáticos de la población rural desde una perspectiva de género.
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