Hace dos años la edición estadounidense de la revista Forbes publicó una nota en la que denominó a la región andina de Bolivia, Chile y Argentina como la “Arabia Saudita del litio”.
Es el metal más ligero, su densidad es la mitad de la del agua. Al igual que los demás metales alcalinos es univalente y muy reactivo, aunque menos que el sodio, por lo que no se encuentra libre en la naturaleza.
Es componente común de las aleaciones de aluminio, cadmio, cobre y manganeso empleadas en la construcción aeronáutica. La batería de iones de litio, también denominada batería Li-Ion, es un dispositivo diseñado para almacenamiento de energía eléctrica, que cada vez se hace más común en el mercado.
En la región andina se concentra el 85% de las reservas del mundo de este metal alcalino no contaminante que, según los especialistas, será la revolución energética en menos de 20 años.
Mientras en Chile se vive una controversia respecto de la explotación de este recurso y Bolivia todavía no lo ha explotado, Argentina tiene reservas estimadas en unas seis millones de toneladas. Produce y exporta 15.000 toneladas de carbonato de litio, una cifra que se espera multiplicar en los próximos años.
La industria de las baterías de litio está en la actualidad en manos de Japón y de Estados Unidos, que llevan casi dos décadas de investigaciones e inversiones para desarrollar ese mercado.
Esta tecnología se ha situado como la más interesante en su clase en usos para ordenadores portátiles, teléfonos móviles y otros aparatos eléctricos y electrónicos.
Sin embargo científicos chilenos y argentinos están desarrollando proyectos para el desarrollo de baterías de Litio en distintas aplicaciones, ya que ofrece la oportunidad de utilizar energía limpia.
Las importantes reservas de litio que se ubican en los Andes de América del Sur en un triángulo definido por el noroeste de Argentina (Puna), sur de Bolivia (Uyuni) y norte de Chile (Atacama), han despertado interés por este mineral y su uso actual en la tecnología de las baterías de ión litio para vehículos eléctricos híbridos (HEVs) y vehículos eléctricos conectados a la red (PHEVs), que aún deben alcanzar la densidad de energía de los combustibles fósiles.