El año pasado marcó un hito para las temporadas de huracanes. ‘Zeta’, que tocó tierra en México a finales de octubre, se registró como la tormenta número 27 en todo el recuento anual, y el séptimo huracán del 2020. Nunca antes se habían generado tantos fenómenos meteorológicos de intensidades tan potentes en la historia reciente del planeta. Además de la devastación de ciudades y espacios humanos, cada vez más especies invasoras se benefician de estos desastres naturales. Ésta es la razón.
Vecinos molestos
El fenómeno se intensificó de un año a otro. En lo que va del verano, entre el Caribe y Estados Unidos se han introducido cerca de 114 animales acuáticos no nativos de los ecosistemas marinos, que antiguamente no se trasladaban. Hoy, están usando los huracanes como vía para propagarse como especies invasoras en estos nuevos hábitats, informa el Servicio Geológico de los Estados Unidos.
Los avistamientos comenzaron en 2017, según la cobertura de National Geographic. Desde entonces, los científicos empezaron a hacer mapas para averiguar cómo es que estos animales se dispersan una vez terminada la temporada de huracanes en el Océano Atlántico. A partir de esta observación, se percataron de que algunas especies son más propensas que otras para aprovechar la intensidad cada vez mayor de los huracanes.
Entre los más destacables se encuentran el caracol manzana y otros moluscos de agua dulce de la misma familia. Oriundos de América del Sur, llegan a medir hasta 15 centímetros, y «toman aire en su caparazón y flotan en el agua«, asegura Wesley Daniel, biólogo pesquero del Centro de Investigación Acuática y de Humedales del USGS en Florida. Según los registros de la institución, es probable que la temporada de este año haya introducido todavía más ejemplares a un hábitat que no les corresponde originalmente.
Cuerpos de agua infestados
Aunado a los huracanes cada vez más destructivos, las inundaciones promueven que estas especies invadan los cuerpos de agua dulce. El problema no se limita, sin embargo, a los entornos naturales, según Nicholas Phelps, director del Centro de Investigación de Especies Invasoras Acuáticas de Minnesota en la Universidad de Minnesota.
Las introducciones accidentales de ciertos moluscos que fueron comprados como mascotas también tienen un gran alcance: «Reestructurarán las redes tróficas una vez que entren allí», explica el experto, «o crearán nuevos tipos de hábitat cuando comiencen a cultivar especies nativas realmente densas y competitivas».
Los daños de estas especies no endémicas ya se perciben en la economía. Sólo el mejillón cebra, oriundo del Mar Caspio, genera estragos de millones de dólares anuales. Aunque todavía no superan en número a los ejemplares nativos, se pegan masivamente a las estructuras de agua potable. Esto genera que los sistemas municipales se obstruyan, y la gente no tenga acceso a agua limpia.
Aunque el problema no es nuevo, la intensificación de los huracanes añade una gota pesada más al vaso, ya de por sí colmado. La expansión de la especie se estimula todavía más con estas tormentas tropicales, ya que se requieren de pocos individuos para generar una población completamente nueva. Después de casi cinco años, las autoridades sanitarias en Estados Unidos aún no saben qué hacer al respecto.