Nuevos condominios de lujo se erigen en Miami Beach, en pleno boom inmobiliario pese a que científicos advierten que el aumento del nivel del mar podría dejar a gran parte del turístico balneario estadounidense bajo las aguas para fin de siglo.
Pero las autoridades locales apuestan a que precisamente esas inversiones ayuden a financiar planes para combatir los efectos del cambio climático, que amenazan la supervivencia de esta ciudad-isla de arenas blancas e históricos edificios art déco, visitada anualmente por millones de personas.
En ese mismo estado, en Miami Beach, los habitantes se han acostumbrado a ver calles inundadas de agua salada, inclusive en días soleados y de buen clima.
Para sacar el agua sobrante, la ciudad instala un sistema de bombas, a un costo de entre 300 y 500 millones de dólares. Se instalan 80 bombas previstas, con resultados esperanzadores: en octubre pasado durante la llamada ‘marea reina’, la más alta, las calles de la ciudad se mantuvieron prácticamente sin agua de mar.
Un año antes, el alcalde Philip Levine navegó en un kayak por una calle anegada para subrayar la necesidad de tomar acciones.