Expertos explicaron que la falta de lluvia y nubosidad favorecen esta ola de calor en Brasil, por lo que se esperan temperaturas similares para los próximos días, hasta la llegada de precipitaciones más entrada la semana.
Brasil atraviesa nuevamente una ola de calor que, ahora, azota a los vecinos de Río de Janeiro y los dejó bajo una alerta amarilla. Este sábado, las playas se vieron invadidas por una ola de personas y sombrillas que intentaron pasar en el mar el día más caluroso de Guaratiba desde que se tienen registros.
Para las 10.20 horas, el sistema meteorológico de la Zona Oeste alertó un nuevo récord en la sensación térmica: ya alcanzaba los 60,1 grados centígrados.
Según los expertos, Guaratiba tiene determinadas características geográficas que la vuelven más propensa a sufrir altas temperaturas, humedad y vientos cálidos, tal como se vio esta mañana. Sin embargo, en este caso, estas condiciones se vieron potenciadas por un fenómeno proveniente del sur del país, que ya se había visto en Mato Grosso y Sao Paulo, comentó el meteorólogo Olivio Bahía.
En Irajá, en la zona norte, la temperatura fue un poco menor, aunque aún sofocante: 40,3 grados y sin previsión de lluvias.
Para los próximos días, el Sistema de Alerta de Río de Janeiro adelantó más días calurosos, con máximas de entre 42 y 50 grados, y publicó una lista de recomendaciones para este clima junto con algunas de las playas más adecuadas para pasar estos días.
Entre ellas figuran Barra de Guaratiba, Prainha, Barra da Tijuca, Ipanema y Copacabana, entre otras.
“Hace mucho calor. En esta época del año, el sol brilla mucho en el hemisferio sur pero, al mismo tiempo, entre la tarde y la noche se producen lluvias que ayudan a bajar la temperatura.
Pero cuando tenemos poca nubosidad y poca lluvia, esto se refleja en la temperatura, que sube. Toda la energía que proviene del sol se utiliza para calentar el aire”, explicó Bahía sobre las condiciones en la ciudad y sumó, para el alivio de muchos, que “durante la semana aumentará la probabilidad de lluvia y eso mejorará la situación pero cuidado porque la lluvia podría llegar en forma de tormenta”.
El pasado 17 de enero, Río de Janeiro experimentó un clima similar, con una temperatura de 42 grados y una sensación térmica de 60 grados, 0,1 grados por debajo de la de este sábado.
Este intenso calor, que un vecino de Rocinha describió como “una sensación de sauna”, impactó principalmente en los barrios más carenciados de la zona, donde la densidad de población es muy alta y las precarias viviendas están separadas apenas por pasajes estrechos.
Estas métricas coinciden con el reciente reporte de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio de Estados Unidos (NASA) que concluyó que 2023 fue el año más caluroso desde que comenzaron los registros globales en 1880, con seis meses batiendo cifras récord.
Este escenario está lejos de revertirse, a menos que se dé un cambio significativo en las políticas ambientales en todo el mundo.
“El informe de temperatura global de la NASA y la NOAA confirma lo que miles de millones de personas en todo el mundo experimentaron el año pasado.
Nos enfrentamos a una crisis climática” que va del “calor extremo hasta los incendios forestales y el aumento del nivel del mar”, manifestó el administrador de la NASA, Bill Nelson entonces.
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