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Pesca ilegal: el barco de ambientalistas que protege esta remota isla de Colombia

pesca ilegal

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Un pequeño barbo a 500 kilómetros de la costa de Colombia se transformó en guardián frente a la pesca ilegal. Su presencia provocó una disminución de las faenas de los pescadores en esta zona protegida de uno de los países de mayor riqueza natural.

Defienden principalmente a los tiburones de la isla Malpelo, que se transformaron desde hace décadas en víctimas de embarcaciones asiáticas y de países vecinos.

Pesca ilegal en Colombia: los defensores ambientales

El país que será sede de la COP16 sobre biodiversidad este mes, recibe desde hace años la desafortunada visita de buques extranjeros en busca de su fauna marina.

Los protectores de la isla de la pesca ilegal.

Desde 2018, los defensores de los tiburones hacen recorridos y, si detectan sospechosos, los obligan a irse con gritos y amenazas de llamar a las autoridades.

Incluso bucean para cortar las redes de pesca y liberar los animales que quedan enganchados en los anzuelos.

“Tratamos en lo posible de quitarles los equipos, liberar las especies que estén atrapadas, esa es la misión principal”, dice Darío Ortiz, de 53 años y uno de los capitanes del Silky, en diálogo con AFP.

“Ya siento como el corazoncito de pertenencia y la idea es que conservemos” este proyecto, explica en Malpelo.

Antiguo pescador artesanal reconvertido en ambientalista, Ortiz permanece durante 45 días en medio del Pacífico hasta que llega el cambio de turno con algún colega.

La iniciativa la lidera Érika López, buceadora que quedó aterrada al ver la pesca indiscriminada en esta zona protegida de más de 857.000 hectáreas y reconocida como Patrimonio de la Humanidad por Unesco.

Según la Fundación Biodiversity Conservation Colombia, que dirige López con el patrocinio de un filántropo australiano, los guardianes del Silky salvaron a 508 animales desde 2018.

Y, según sus estadísticas, provocaron la huida de 302 embarcaciones y recogieron más de 70.000 metros de cuerdas para pesca.

Los tiburones, principales víctimas

La rica isla Malpelo, de Colombia.

Por tratarse de un punto clave en su trayectoria migratoria para descansar y alimentarse, las aguas de Malpelo están repletas de tiburones martillo, ballena y otras especies amenazadas o vulnerables.

Colombia no lleva un registro de tiburones víctimas de la caza ilegal. Pero solo entre 2012 y 2022, las autoridades incautaron más de 334 toneladas de carne de peces extraídos de su hábitat ilegalmente, según el Ministerio de Ambiente.

La isla es la cúspide de unas 350 hectáreas de cordillera submarina. Arriba de la roca, a la que únicamente se puede ascender con una escalera colgante de madera, hay especies endémicas de aves, cangrejos y reptiles.

Desde diciembre pasado los trabajadores del Silky no han visto pesqueros cerca de Malpelo. “Esta embarcación tiene que estar básicamente 24/7, 365 días del año conteniendo esta amenaza”, dice López, de 51 años.

“Realmente este proyecto refleja su éxito en que no regresan al área protegida a hacer sus faenas de pesca. Cuantos menos veamos (pescadores), más éxito estamos teniendo”, agrega.

La Armada afirma haber detenido este año a 30 personas por pesca ilegal en Colombia.

El gobierno permitió a principios de año que los pescadores artesanales consuman carne de tiburones si cayeron involuntariamente en sus redes. Pero la decisión provocó rechazo entre ambientalistas, que la consideran un incentivo al consumo y caza de estos animales.

El sueño de López es tener en todo este océano una flotilla de embarcaciones dedicadas a la conservación y la ciencia.

El Silky debe “tomarse como un referente para generar nuevas alianzas y nuevas estrategias para el control (de la pesca ilegal) que nos aqueja a todos en el mundo”, concluye.

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