Por el aumento de la deforestación en la Amazonía, llueve menos

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La deforestación en la Amazonía desencadena un aumento en las precipitaciones durante la estación lluviosa y una merma en la estación seca, según un estudio reciente divulgado el miércoles, que resalta el papel “crucial” de la selva tropical en la regulación del clima a nivel local y global.

La pérdida de arbolado en la región del río Amazonas, impulsada principalmente por la agricultura insostenible, la minería y la tala, menoscaba la capacidad de la selva tropical para absorber el dióxido de carbono que intensifica el calentamiento planetario.

Estudios previos ya habían demostrado que la reducción de la vegetación disminuye la cantidad de agua que se evapora hacia la atmósfera, lo que conlleva a condiciones generalmente más áridas.

El nuevo estudio, publicado en la revista Nature, se propuso lograr una visión más detallada, utilizando simulaciones climáticas regionales y datos satelitales de la selva entre 2000 y 2020.

Los investigadores, radicados en China y Tailandia, descubrieron que los impactos en la Amazonía varían según las estaciones.

Se registraron más precipitaciones específicamente sobre áreas donde los árboles fueron talados en la estación húmeda (de diciembre a febrero), mientras que en la estación seca (de junio a agosto), cuando las plantas más lo necesitan, se registraron menos precipitaciones en una región más extensa.

“Debido a su función esencial en la regulación del clima regional y global, se requieren esfuerzos constantes para salvaguardar los bosques remanentes en la Amazonía, así como rehabilitar las tierras degradadas“, concluyen los autores.

Consecuencias climáticas y económicas del aumento de la deforestación amazónica

Los expertos subrayaron que la pérdida de arbolado en la Amazonía, frecuentemente causada por la expansión ilegal de tierras agrícolas, representa una amenaza particular para los cultivos.

“Durante la estación de lluvias, las cuadrículas deforestadas experimentaron un notable incremento en la precipitación (0,96 mm mes−1 por punto porcentual de pérdida de bosque)”, detalla el texto.

El aumento de las precipitaciones “podría exacerbar las inundaciones en la estación húmeda en ciertas regiones deforestadas, perjudicando la agricultura regional y la economía social”, afirmaron.

En general, los autores descubrieron que la deforestación continua en la Amazonía “podría llevar a una disminución en el total de precipitaciones”, lo que amenazaría la fauna, intensificaría las sequías y empeoraría los incendios forestales, además de reducir la capacidad de absorción de CO2.

La disminución de las precipitaciones regionales también podría resultar en “pérdidas económicas sustanciales en la agricultura”.

¿Hacia una Sabana Amazónica?

En un comentario relacionado con el estudio y también publicado en Nature, Wim Thiery, profesor asociado de la Vrije Universiteit en Bruselas, señaló que la investigación era “pionera” y que este tipo de textos eran importantes para comprender las complejas interacciones entre la deforestación, el cambio climático y la salud de las plantas.

Esto podría ayudar a los investigadores a evaluar si la selva tropical se está acercando a un llamado “punto de inflexión”, lo que podría llevar a ese ecosistema crucial a convertirse en una sabana, dijo Thiery, que no participó en la investigación.

En un estudio del año pasado, publicado en Nature, un grupo internacional de científicos estimó que entre el 10% y el 47% de la Amazonía estará expuesto a las tensiones combinadas del calentamiento y la pérdida forestal para 2050, lo que podría conducir a un cambio generalizado de su ecosistema.

Esto podría causar que este ecosistema clave libere el carbono que almacena, impulsando aún más el calentamiento global e intensificando sus efectos.

La sequía asoló la región del río Amazonas desde mediados de 2023 hasta 2024, impulsada por el cambio climático causado por el hombre y el fenómeno de calentamiento El Niño, ayudando a crear condiciones para incendios forestales récord.

A nivel mundial, la tendencia hacia la destrucción de las selvas tropicales continúa a pesar de las promesas de acabar con esta práctica para 2030, según el informe “Forest Declaration Assessment” del año pasado, realizado por organizaciones de investigación, ONG y grupos de defensa de la región.

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