Todos los años, entre septiembre y abril, las aguas de la caleta de Taiji, en Japón, se tiñen con la sangre de miles de delfines y ballenas piloto cazadas por los pescadores locales, una práctica que desde hace años activistas han tratado de detener.
Esta temporada han acudido a redes sociales como Twitter, Facebook y YouTube para mantener al público informado y presionar al gobierno japonés, que se niega a acabar con la práctica.
Save Japan Dolphins (SJD), organización creada por Ric O’Barry -ex entrenador de delfines como Flipper y protagonista de The Cove (2009), documental con que la cruda matanza cobró relevancia global-, realiza transmisiones desde la zona vía streaming y mantiene información actualizada en Twitter, Facebook y a través del blog de su web (savejapandolphins.org).
“Estamos trabajando en obtener atención mundial para que los gobiernos presionen al japonés para detener la caza”, dice a La Tercera, Mark Palmer, de Earth Island Institute, quien colabora directamente con O’Barry.
Aunque la cacería es una tradición milenaria, basada en que estos mamíferos marinos hacían más escaso el pescado, pronto se convirtió en un macabro negocio: para su captura, los delfines y ballenas son “pastoreadas” hasta la orilla de la caleta, donde los mejores ejemplares son escogidos para ser vendidos en acuarios. El resto es asesinado a golpes para después vender su carne.
A pesar de que desde The Cove la caza ha disminuido, sigue practicándose. El mismo O’Barry relató que el sábado entre 30 y 40 ballenas piloto fueron asesinadas, mientras decenas de delfines permanecían atrapados por días esperando su turno, sin comida y hacinados.
Sólo el martes la organización ecologista Sea Shepard, que también tiene voluntarios en el lugar, publicó que los animales fueron sacrificados.
Ayer, según la organización, los botes de los pescadores volvieron vacíos, una situación que se ha repetido. Aunque no está clara la causa, los activistas creen que se debería a que la demanda por esta carne ha declinado, por lo que su actividad pesquera ha variado, sobre todo, pues los mismos activistas se han encargado de informar que contiene altas dosis de mercurio. “Trabajamos en obtener la atención de los medios japoneses sobre la caza y especialmente los peligros de comer carne contaminada con mercurio”, dice Palmer.
Gina Papabeis, de Oceanic Preservation Society, productores de The Cove, asegura que el impacto del documental en Taiji se ha manifestado en acciones como la remoción de la carne de delfín de los programas de alimentación escolar, debido al contenido del metal tóxico.
Además, “el número de delfines asesinados ha bajado a la mitad (se hablaba de 20 mil por temporada) y varios países han comenzado a prohibir la importación de delfines para delfinarios”.
Algunos japoneses están más sensibilizados con la cacería, pues por primera vez este año SJD tiene voluntarios locales, quienes realizan reportes desde la zona