Investigadores de la Escuela Politécnica Federal de Lausanne (EPFL), en Suiza, han detectado contaminación por microplástico en uno de los lagos más grandes de Europa occidental, el Lago Lemán o Lago Ginebra, en cantidades suficientemente grandes para causar preocupación. El análisis se está realizando por orden de la Oficina Federal Suiza para el Medio Ambiente.
Mientras que los estudios en el océano han demostrado que estos pequeños trozos de plástico pueden ser perjudiciales para los peces y las aves que se alimentan de plancton y otros pequeños organismos transmitidas por el agua, la magnitud de sus consecuencias en los lagos y ríos se está investigando ahora.
‘Nos sorprendió encontrar tan altas concentraciones de microplásticos, especialmente en un país como Suiza, consciente con el medio ambiente’, dice el primer autor, Florian Faure, del EPFL. El estudio de Faure se centró en el Lago Ginebra, en donde las muestras de las dos playas y el agua del lago contienen cantidades significativas de contaminación por microplástico, con piezas de residuos plásticos de hasta 5 mm de diámetro.
El estudio es uno de los primeros de este tipo que se centra en un lago de agua dulce continental y, según Faure, dados los enormes esfuerzos puestos en la protección de las costas de los lagos en las últimas décadas, tanto en en el lado francés como en las costas de Suiza, la situación es probable que sea representativa de los lugares de agua dulce de todo el mundo.
Microplásticos en aguas continentales pueden ser la principal fuente de contaminación por microplástico en los océanos. Los científicos estiman que sólo alrededor del 20% de los microplásticos oceánicos se vierten directamente al mar y se cree que el 80% restante se origina a partir de fuentes terrestres, tales como vertederos, basura de la calle y aguas residuales.
Pero la contaminación de microplástico es también una cepa de lago y de los ecosistemas fluviales, amenazando a los animales que habitan estos ecosistemas acuáticos, tanto física como químicamente. Cuando accidentalmente es tragada por las aves acuáticas y los peces, los pequeños trozos de plástico pueden terminar atrapados en los intestinos de los animales y obstruir su tracto digestivo, o hacer que se asfixien al bloquear sus vías respiratorias.