Nacen, crecen, se multiplican y se vuelven a multiplicar. Mientras que en algunos lugares luchamos contra ellas a capa y espada, en China están haciendo granjas para criarlas. Sí, hablamos de las cucarachas. Esos insectos rastreros que habitan en nuestro planeta desde hace 300 millones de años y que tienen una altísima resistencia a la radioactividad.
Algunos empresarios chinos han sabido ver más allá de su capacidad para transmitir enfermedades y causar plagas. Han empezado a sacarles partido para terminar con la basura que cada vez se genera en mayores proporciones en el gran país asiático.
Sus defensores señalan que estas granjas favorecen la economía circular. Es decir, un sistema de gestión de los recursos en el que cobra especial importancia el aprovechamiento y el reciclaje.
En este caso, las cucarachas eliminan los residuos urbanos y se convierten después en alimento para el ganado o en (sí, lo sentimos) materia prima para la elaboración de medicamentos y productos cosméticos. De esta forma se cierra el bucle y los recursos orgánicos no llegan a convertirse nunca en desechos.
La empresa Qiaobin Agricultural Technology Co mantiene a cerca de mil millones de cucarachas en Shawan (una aldea de la provincia de Shandong, China). Cada día, a esta planta llegan unas 50 toneladas de desechos procedentes de Jinan, una ciudad de unos siete millones de personas.
Una vez tratados, los residuos se envían a la nave en donde están las cucarachas mediante un sistema de tuberías. Los insectos se comen toda esta basura y, cuando mueren (viven unos seis meses), se convierten en pienso para cerdos y otros animales de granja. Y no cualquier tipo de pienso: desde las granjas señalan que los alimentos basados en cucarachas contienen un alto nivel proteínico.