El arte de convertir los residuos del café en productos funcionales

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La empresa Sanam Company, nació en Medellín en 2008 y poco a poco se ha ido expandiendo por el mundo, adoptando prácticas sostenibles a través de las cuales han logrado transformar los residuos de café en productos útiles para las personas, los animales y el medio ambiente.

“El café es la única fruta de la que consumimos solo la semilla y descartamos el 60 % de su composición, representada en la pulpa y la cáscara, las cuales terminan convertidas en basura y en un foco de contaminación muy fuerte, entonces basado en esa realidad empezamos a hacer investigaciones sobre las posibles aplicaciones de esa pulpa y de esa cáscara para utilizar todas sus propiedades y, al mismo, tiempo minimizar su impacto ambiental”, dijo Santiago Praolini, gerente de Sanam Company.

El impacto ambiental tiene qué ver con dos situaciones específicas. La primera, que cuando las cáscaras y las pulpas del café no son gestionadas correctamente, durante su descomposición se terminan generando emisiones de metano, un gas de efecto invernadero que, según el programa para el medio ambiente de la ONU, es responsable en un 30% del calentamiento global y del cambio climático desde la época preindustrial.

Dichos fenómenos generan mucha preocupación, ya que “se está proliferando más rápidamente que en cualquier otro momento desde que se iniciaron los registros en la década de 1980”, como explican en la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de los Estados Unidos.

La segunda situación es que en Colombia viven cerca de 540.000 familias caficultoras a lo largo de los bosques interandinos, la mayoría en “pequeñas fincas o parcelas cuyos cultivos, en promedio, no superan las 2 hectáreas”, reseñaron en la Federación Nacional de Cafeteros, por lo que los expertos estiman que, por un lado, “por costos operativos, muchos de esos pequeños caficultores procesan la fruta de forma tradicional, gastándose 40 litros de agua en el tratamiento de cada kilogramo de café”.

Y por el otro, “la mayoría de los residuos de café que quedan al final de esos procesos son desechados en suelos o en corrientes de agua, contaminando las fuentes hídricas y el ecosistema de las zonas”.

Es por esto que la empresa, gerenciada por Praolini, trabaja de la mano con los caficultores colombianos para maximizar los beneficios de los residuos de esta fruta (pulpa y cáscara), y así cerrar ese desafortunado ciclo industrial, teniendo en cuenta que por cada kilogramo de café beneficiado, Sanam disminuye el equivalente a la contaminación generada por cinco personas adultas cada día.

“Nuestra misión es ayudar a sanar al mundo mientras potenciamos a los seres vivos”, comentó Praolini, basado en que el 100% de esos residuos son convertidos en alimentos funcionales y bebidas energizantes para humanos, concentrados para la nutrición animal y fertilizantes para la mejora de suelos y la optimización del rendimiento de los cultivos.

Productos “libres de gluten, veganos, ricos en antioxidantes y en polifenoles, tienen prebióticos naturales que ayudan a la salud mental y a la digestión, propiedades antiinflamatorias, mejoran el metabolismo celular, reducen el estrés oxidativo y previenen el daño celular”, que a día de hoy no solo se venden en Colombia sino también en Estados Unidos, Canadá, Australia, España, Japón, China, Holanda, Israel y Costa Rica, donde la empresa posee otra planta de transformación, además de la que tiene en Salgar (Antioquia).

Cabe recordar que el café es uno de los productos más consumidos en el mundo entero y con este tipo de iniciativas, no solo se reutilizan sus desechos, también se reduce la contaminación y se ayuda a regenerar el planeta.

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