La industria del plástico genera hasta 40% de los gases de efecto invernadero

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La industria del plástico contribuye entre un 30 y 40 % a las emisiones de gases de efecto invernadero, por lo que supone “un obstáculo para cumplir el Acuerdo de París en el contexto de emergencia climática actual”, según un informe presentado días atrás.

El estudio ‘#Plastívoros. La verdad sobre el ingrediente más tóxico de nuestra alimentación‘, ha sido elaborado por la organización ecologista Amigos de la Tierra y la asociación Justicia Alimentaria, y señala que las fuentes de las que proviene este residuo son “múltiples”, desde la contaminación en zonas industriales hasta las aguas residuales pasando por la agricultura.

Emisiones de la industria del plástico

El plástico, según el informe, es “fácilmente visible en los envases y embalajes”, un hecho que queda reflejado en los “más de 1,13 trillones de artículos de embalaje que la industria alimentaria utilizó en Europa durante 2018”.

Un origen “importante” de los residuos plásticos son los envases y artículos de usar y tirar, que cuando llegan al medio ambiente se degradan y desintegran en pequeñas partículas, los microplásticos.

No obstante, los microplásticos se utilizan “intencionadamente” en productos tan variados como fertilizantes, fitosanitarios, cosméticos, detergentes, productos de limpieza y pinturas”, entre otros.

Un 80 por ciento de la contaminación provocada por microplásticos presente en el océano proviene de la superficie terrestre, donde este problema podría ser “hasta 23 veces mayor que en el entorno acuático”.

La investigación sostiene que la presencia de microplásticos en el océano y demás sistemas acuáticos, incluida el agua para el consumo, constituye el campo “más estudiado”, y ya en 2017 la ONU cuantificó en 51.000 millones estas partículas presentes en los sistemas marinos.

Microplásticos terrestres

Sin embargo, los microplásticos terrestres han recibido “menos atención”, pero, como muestran los datos actuales, “son mucho más numerosos que los acuáticos” y los suelos agrícolas “podrían almacenar más que las cuencas oceánicas”.

Los embalajes son “sólo una parte”, pues si se enfoca “el primer eslabón del sistema alimentario, la producción de alimentos, basta un dato para poner el foco en el plástico que resulta menos cercano: en la agricultura se emplean unas 6,5 millones de toneladas de plástico al año en todo el mundo”.

Los plásticos se utilizan en invernaderos, en sistemas de riego, para acolchar los suelos, para impermeabilizar, en semilleros y en envases de productos hortofrutícolas, entre otros muchos.

Aguas residuales

Además, las aguas residuales (domésticas, industriales o las escorrentías de las lluvias) que llegan a las plantas depuradoras contienen “toneladas de microplásticos”.

El proceso de depuración consigue separar estas sustancias del agua, pero no las elimina, sino que quedan acumuladas en los lodos que se generan en el proceso de depuración, y “más del 90 % de los microplásticos se retienen en los lodos”.

El informe indica que la mayor parte de los lodos de depuradora se compostan, puesto que contienen materia orgánica, para producir fertilizantes.

Suelos agrarios

De esta manera, los suelos agrarios se convierten en un “gran receptor de microplásticos”.

La solución, sostienen las organizaciones, no pasa por reciclar, ya que “sólo una tercera parte del residuo plástico generado en la Unión Europea se recicla” y, de esa parte, “más del 40 % se ha exportado a otros países, principalmente al sureste asiático”.

Desplastificación

El camino hacia la desplastificación pasa por “soluciones de fondo y a todos los niveles”, que establezcan objetivos y plazos concretos “de obligado cumplimiento para todos los actores implicados en la cadena del plástico”.

Todo ello junto a sistemas alimentarios locales “basados en cadenas cortas para el suministro de alimentos de proximidad y ecológicos, sin envases de usar y tirar”.

Además plantean “impulsar menús sostenibles y ecológicos en centros educativos y otros espacios de titularidad pública”, así como “incluir criterios de sostenibilidad y respeto a los derechos humanos en los pliegos de licitación de los contratos públicos”.

El informe apuesta, además, por “establecer proyectos piloto con iniciativas como el Sistema de Depósito, Devolución y Retorno (SDDR) de envases”.

“No sirven las falsas soluciones, hay que desplastificar nuestras sociedades y nuestra comida. Y para ello hacen falta políticas públicas a todos los niveles que impulsen este camino con decisión. Tenemos que reducir drásticamente la fabricación y el uso de los plásticos en todos los sectores productivos y, en concreto, en el sistema alimentario” ha asegurado Adriana Espinosa, responsable de Residuos y recursos naturales de Amigos de la Tierra.

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