Los envoltorios de comida y bebida son la principal fuente de basura en los océanos

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En el año 2014, el biólogo Andrés Cózar y su equipo presentaron en un sonado estudio el primer mapa global de plástico en el océano.

Según sus resultados, el 99% del plástico recogido en los grandes giros oceánicos durante aquella exploración fueron fragmentos menores de 2 cm, lo que dejaba una importante pregunta en el aire: ¿dónde estaban los objetos de plástico de gran tamaño que faltaban?

Siete años después Cózar y su equipo han presentado los resultados de un trabajo en el que buscaban específicamente esta basura marina más grande y han resuelto el pequeño misterio: la llamada macro-basura (compuesta por objetos mayores de 2 cm) se cumula en las zonas costeras y procede principalmente de los envases y envoltorios de alimentos y bebidas para llevar listos para consumir.

En un trabajo publicado en la revista Nature Sustainability y realizado en colaboración con instituciones y ONGs de varios países europeos, el equipo de investigadores llega a la conclusión de que las bolsas de un solo uso, las botellas, los envases de comida y los envoltorios son los cuatro productos más contaminantes, pues constituyen casi la mitad de todos los objetos encontrados.

El trabajo, según sus autores, pone cifras a la composición de la basura marina a escala global.

En promedio, el 80% de los objetos encontrados son de plástico.

Es de lejos el material dominante, seguido de metal, vidrio, ropa y textiles, goma, papel, y madera procesada. La mayor proporción de plástico se encuentra en las aguas superficiales (95%), seguida de las costas (83%), mientras que los lechos de los ríos muestran la menor proporción (49%).

En promedio, el 80% de los objetos encontrados son de plástico

Los objetos relacionados con el hogar y la actividad industrial tienen especial relevancia en los fondos y riberas de los ríos, mientras que los residuos relacionados con el consumo de tabaco (paquetes de cigarrillos, fundas plásticas y encendedores) son especialmente abundantes en playas. Aunque el estudio utilizó únicamente datos anteriores a la pandemia de Covid, artículos de origen médico e higiénico suelen aparecer en los fondos marinos cercanos a la costa, siendo relacionados con las descargas a través de los inodoros.

En busca de la basura perdida

“Nuestra idea inicial era sencilla, elaborar un ranking de los productos que más contribuyen a la basura marina como referencia para las políticas preventivas”, explica Carmen Morales, investigadora en la Universidad de Cádiz y coautora del estudio.

“Pronto nos dimos cuenta de que no era una tarea tan sencilla; tuvimos la suerte de contar el apoyo de investigadores y ONGs de todo el mundo, pero la información existente está basada en métodos de muestreo y criterios de clasificación muy dispares”, apostilla.

Hasta ahora, la escasa comparabilidad de los datos impedía dibujar un cuadro comprehensivo de la situación. El equipo de investigadores aplicó un protocolo de armonización sistemática para integrar cada una de las grandes bases de datos disponibles en el mundo.

Este proceso, con más de 12 millones de registros de basuras estandarizados, permitió conectar y comparar patrones entre ecosistemas y regiones del mundo. En el caso concreto de Europa. Los autores han estimado que cada año se envían entre 307 y 925 millones de objetos de este tipo de basura al océano.

En Europa se envían cada año entre 307 y 925 millones de objetos de este tipo de basura al océano.

La composición de la basura en la superficie del océano cambia de artículos de usar y tirar cerca de la costa, a un predominio de objetos relacionados con la pesca en alta mar. La explicación que ofrecen los autores tiene que ver con el efecto del viento y el oleaje, que barren recurrentemente los objetos flotantes hacia las costas.

Allí acaban siendo acumulados en los fondos cercanos o bien entran en un proceso acelerado de desgaste y rotura en la costa, hasta ser reducidos a fragmentos diminutos, los microplásticos. Es entonces, en forma de microplásticos, cuando pueden más fácilmente vencer al oleaje, ser liberados a mar abierto, y entrar en los circuitos de transporte de las corrientes oceánicas.

“Las concentraciones de macro-basura en costas y fondos costeros son del orden de 10000 veces superiores a las concentraciones en los fondos profundos, y 100000 veces superiores que en las aguas oceánicas”, asegura Andrés Cózar. “La costa se presenta como franja clave para interceptar la basura antes de que se convierta en microplásticos y sean esparcidos sin control por el océano”, añade Morales.

Producción y consumo responsables

A juicio de los autores, la producción irresponsable de artículos plásticos de un solo uso, el comportamiento inadecuado de algunos usuarios, y los fallos en los sistemas de recuperación conllevan una fuga continua de plástico a la naturaleza. Esta entrada, junto con la persistencia del plástico, en su opinión, explican la exagerada presencia de este material en el océano.

Ya se han diseñado planes de acción contra el plástico para la Unión Europea o el Reino Unido, recuerdan, pero las restricciones de mercado de estos planes se limitan a artículos de un solo uso superfluos o fácilmente reemplazables.

“Las restricciones al uso de artículos plásticos como pajitas, bastoncillos para oídos y agitadores de bebidas, aunque son acertadas, aquí demostramos que no abordan aún el problema principal”, advierte Cózar.

Sobre la base de que evitar la producción de residuos es la forma más eficaz de minimizar la contaminación por basura, los autores abogan por la prohibición de productos plásticos prescindibles en las actividades de consumo al exterior como medida de gestión prioritaria.

Para aquellos productos consumibles al aire libre que se consideren indispensables, el estudio sugiere una aplicación especial de la llamada “responsabilidad ampliada del productor” (RAP), unida a una tasa de depósito reembolsable al consumidor de productos en el exterior, ambas medidas justificadas por el riesgo extra de escape al medio de este tipo de productos.

Asimismo, las sustituciones de artículos de plástico por alternativas hechas de materiales más fácilmente degradables deberían considerar los impactos a lo largo del ciclo de vida completo del producto, incluyendo su producción, transporte, y desechado.

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