Microperlas plásticas: Pequeñas asesinas silenciosas

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Los científicos han demostrado que las microperlas son capaces de incorporarse a la cadena alimentaria de muchos animales, pero como no resultan en absoluto ‘digeribles’ y gracias a su tamaño, a menudo se acumulan en los sistemas digestivos de los peces, las aves y los mamíferos marinos.

 
Se ha encontrado todo tipo de plásticos dentro de los tractos digestivos de tortugas, aves marinas y ballenas, pero parece que nuestra basura plástica cuando acaba en los océanos, también puede afectar al plancton más diminuto, que es la base alimenticia de muchas criaturas marinas más grandes.
 
Un ejemplo de ello son los copépodos que se alimentan de ciertas especies de algas. Antes de ingerirlas utilizan receptores químicos y táctiles para discriminar lo que pueden comer y desechar lo que no y los investigadores han logrado filmar a uno de estos diminutos especímenes ingiriendo microperlas procedentes de los cosméticos.
 
Tras esta lamentable experiencia, han concluido que el problema estriba en que los volúmenes de basura plástica son tan enormes que están teniendo un profundo impacto en la vida silvestre y en los ecosistemas.
 
Se estima que ocho millones de toneladas de plástico se vierten en los océanos cada año causándoles problemas graves a quienes las ingieren o se enredan en bolsas y redes, pero además estos materiales liberan sustancias químicas potencialmente tóxicas, por lo que al alimentarse de ellas, terminan por envenenarse.

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