El mate es un clásico argentino y así como se toma esa tradicional infusión, la yerba se convierte en desperdicio. Sin embargo, distintos proyectos buscan darle una nueva oportunidad a la yerba usada para aprovecharla al máximo.
Según datos del Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM), en 2022 se consumieron 316 millones de kilos de yerba: 275 en el mercado interno y 40 se destinaron a la exportación.
Esas cifras muestran que, en promedio, cada argentino consumió casi 6 kilos de yerba el año pasado; y así como aprovechó su sabor para desayunos, meriendas, juntadas o en la oficina, luego se descartaron.
Algunos optan por tirarle la yerba usada a las plantas, otros la compostan y muchos la arrojan al tacho de basura.
Pero la vida útil del producto industrial surgido de la planta de Ilex paraguariensis no se termina una vez que el mate está lavado y muestra de ello son iniciativas que le dan una nueva oportunidad a la yerba.
Yerba mate en un mate de yerba
Un emprendimiento de los marplatenses Joaquín de Tomaso y Tomás Zaragoza, arranca desde antes de que la yerba llegue al consumidor, ya que utilizan descartes de polvo de la industria yerbatera.
Los jóvenes emprendedores se conocieron en la carrera de Diseño Industrial en la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño en la Universidad de Mar del Plata, y decidieron crear un mate confeccionado a partir de ese polvo de la yerba: Changüí.
Cuando reciben el polvo, lo tamizan y luego lo compactan con un aglomerante, una resina de grado alimenticio que importan, para luego concluir con la colocación de una base de madera.
Un día, Joaquín le planteó a su amigo Tomás: “¿Podemos aprovechar los desechos del mate?”. En plena recta final de la pandemia, con la economía circular en tendencia, ambos amigos visualizaron en la infusión argentina una vía para aplicar sus habilidades de manera sostenible durante su proceso de reinventarse.
Changüi, el proyecto emprendedor gestado en Mar del Plata a mediados de 2021 con el propósito de impulsar la economía circular, no anticipó que daría vida a un utensilio capaz de transformar la cultura de la infusión argentina.
La idea germinó a partir de la pregunta: “¿Por qué no crear mates sostenibles con el polvo sobrante?”.
Joaquín consideró inicialmente utilizar la yerba remanente en los mates, pero se percató de que estaba húmeda, lo que requeriría una considerable cantidad de energía para secarla y emplear el polvo. La solución ingeniosa fue la ingeniería inversa: se le ocurrió consultar en las fábricas de yerba si tenían algún residuo. Fue entonces cuando descubrieron la existencia del excedente de polvo de yerba y que, debido a las normativas alimentarias, no podían tener más del 35% de polvo por kilo en cada paquete.
Desde el pequeño taller de 20 metros cuadrados en Mar del Plata, De Tomaso contó que actualmente el emprendimiento está “en crecimiento” y con la posibilidad de realizar una primera experiencia exportadora a Chile, lo cual les permitiría sumar conocimiento para manejarse en el comercio exterior y así poder atender el “montón de demanda” que reciben de personas que los consultan por redes sociales.
Uruguay, Estados Unidos, Europa y Australia son los principales lugares a los que esperan poder exportar miles de ejemplares de Changüí, ya que desde esos países les escriben gran cantidad de usuarios.
“El problema es que si enviamos un mate, el costo del envío es mayor que el del producto. Eso pincha un poco las ventas”, indicó De Tomaso, quien remarcó que la idea es que pueda exportarse el producto a través de importadores para que los clientes puedan acceder de manera local, ya sea en supermercados u otro tipo de comercios.
A fuerza de concursar en distintas iniciativas públicas y privadas -días atrás fue uno de los ganadores del Concurso Nacional de Innovaciones INNOVA 2023, del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación-, Changüí se posicionó como un producto sustentable que reivindica un elemento icónico en la cultura del país, a través de la economía circular y del diseño industrial.
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